Capítulo 2

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Lo que necesitaba Daniel era el auto de su mejor amigo, Freddy

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Lo que necesitaba Daniel era el auto de su mejor amigo, Freddy. Tal vez  hubiese sido mejor tener el auto de su madre, pero no necesitaba una camioneta. Quería un auto viejo. Según su perspectiva, y lo que vagamente recordaba de los chicos cool de la preparatoria, solían llevar autos súper antiguos y sin tanto brillo como los que existían hoy en día. Sin embargo, el auto de Freddy no parecía ser en realidad lo suficiente agradable como pensaba que lo sería.

—No puede ser tanto. Unos meses, son diez años para Bambi.

—¿Bambi? —preguntó, distrayendo su vista del auto para dirigirla al otro hombre que vestía una camisa hawaiana con un collar de flores. — ¿Por qué le pones nombre a tu auto, y por qué exactamente ese?

—Daniel, muchos hombres le ponen nombre. Incluso hasta nombran su pene.

—No. No quería saber eso.

Freddy soltó una risita. Además según él, el nombre Bambi era demasiado lindo. Siempre que lo pensaba solo imaginaba cosas tiernas, suponía que por cosas del pasado Daniel no creía que fuera exactamente un buen nombre.

—Mira. Haremos un trato. Tú puedes usar mí auto. —Daniel señaló el auto estacionado detrás de “Bambi”. Era uno moderno de color gris. — Y puedes ponerle el nombre que tú quieras.

—Mmh. Tal vez. —murmuró Freddy, mirando con poca credibilidad el auto de su amigo.

Ambos entraron a la tienda de trabajo de Freddy. Daniel seguía hablándole sobre el muy buen trato que harían. La tienda era espaciosa, quizás linda pero no recibía casi nada de ganancias y el segundo sujeto que trabajaba con Freddy parecía demasiado aburrido de trabajar en ese lugar.

—Oye Fred, ¿Llamaste para saber lo de las admisiones a la Universidad? —preguntó emocionado, enfocándose ahora en la vida de su amigo.

El hombre hizo una mueca con su labio.

—No.

—Pero podrías entrar antes del próximo semestre. Y así obtener una beca para jugar béisbol. —se acercó un poco.

—No haré eso, Daniel. Es muy tarde. No iré a la universidad, ni volveré a jugar béisbol. Está es mí vida. —señaló.

Antes de que alguno de los dos pudiera evitarlo. La tensión creció en el ambiente, Daniel siempre supo que Freddy tenía demasiado talento, era bueno en el béisbol, pese a que su primer intento había sido entrar al equipo de fútbol de la preparatoria. En aquel tiempo había tenido la disponibilidad de muchas buenas opciones. Hasta que de manera inevitable una enfermedad le hizo dejar todo lo que amaba, sin tener la posibilidad de intentarlo alguna vez más.

—¿No quisieras vivir en otro lugar? Pagar tus propias cuentas. —agregó. Siguiendo al otro por la tienda.

—¿Para qué? ¿Para ser tan feliz como tú?

Never been kissedOnde histórias criam vida. Descubra agora