Capítulo 17

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―¿Alguna noticia de Melnik? ―pregunto dándole una mirada a Klever.

Le he pedido especialmente que se informara. Sé que no ha transcurrido demasiado tiempo desde su último reporte que presentó y no un tema que sea sencillo, nadie ha podido saber el origen. Además, de acuerdo con lo dicho, esperaba la confirmación sobre la participación de Koller y sobre todo de Kyla, para indagar más sobre el virus R. Sin embargo, son casi tres semanas sin tener noticias.

Es un alivio que cumpla con mantener informada a Anisa sobre la condición de la madre de Gema. Puedo entender cuanto le importa y es precisamente debido a ello que me siento un poco culpable, ya que soy consciente de que hace todo esto por el bienestar de ella y de su familia.

Solo puedo imaginar cuantas otras personas podrían encontrarse en la misma situación. Es por ello por lo que he decidido que esto debe tener prioridad.

―Ninguna, señor. Me encontré con él ayer al mediodía, pero aseguró no tener noticias de Cádiz.

Eso es extraño.

Conozco demasiado la determinación de Koller, quien a ultimas fechas sigue trabajando en mejoras, aunque enfocadas más en métodos de cultivos y alimentos alternos.

Lo considero un instante, antes de ponerme de pie y alisar mi ropa.

―Me gustaría encontrarme con él.

Klever asiente sin cuestionarme, pero es Bruno quien me acompaña hasta la clínica. Un edificio separado de donde se suele atender a los donantes.

―¡Señor Regan! ―El par de enfermeras, ubicadas tras el mostrador, que me ven entrar en el consultorio de Melnik, olvidan sus puestos observándome con enormes ojos.

Una de ellas, la que posee un aspecto más maduro, su uniforme impecable y semblante sereno es la primera que reacciona y se acerca.

―No esperábamos su visita. ¿En que podemos ayudarle?

―Lo sé, no he avisado que vendría. ―Además, de que los fundadores nunca se enferman, así que raro que alguno se presente. Obviamente, es solo Melnik quien conoce mi condición―. Sin embargo, me gustaría hablar con Melnik.

Ella intercambia una mirada con otra de las chicas, quien sacude la cabeza casi de forma imperceptible.

―Me disculpo por el inconveniente, él no se encuentra en estos momentos. Tuvo que salir a los laboratorios. ―Los cuales se encuentran fuera del muro, a uno de los costados, pero que se conectan desde el interior del muro.

Podría ir ahí, pero tal vez mi presencia solo pondría presión sobre ellos, como lo hacen con ellas. Supongo que Haros tiene razón en decir que la mayoría tiene un concepto distinto de mi verdadera persona.

―¿Hay problema si lo espero? ―Ella le da una mirada al guardia que me acompaña, más que por necesidad, por orden de Haros, quien ha insistido que al menos debería aparentar y que en ausencia de Anisa, debo tener a alguien conmigo cuando salga.

―Ninguno. Lo conduciré a una sala privada y le haré saber al doctor que usted se encuentra aquí. No debería demorar.

―Lo agradecería.

No he dejado de darle vueltas al tema del virus. El número de personas que inicialmente lo contrajo era realmente pequeño, pero en los últimos años, más precisamente hace poco de 50 años, el numero ha comenzado a elevarse. No es alarmante, pero no debo ignorarlo.

Puede parecer insignificante, considerando la cantidad de humanos que habitan actualmente las ciudades, pero es demasiado tiempo para no haber encontrado al menos un indicio de que lo provoca o porque hay miembros de familias que no lo presentan, si el mal fuera genético debería ser continuo. No conozco mucho del tema, pero Koller en algún momento comentó que las circunstancias no podían ser hereditarias como se plantó en un inicio.

ARMEN (Saga la donante #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora