Capítulo 7

2.6K 342 19
                                    



―Entonces... ―Uriel agita la copa que sostiene, haciendo deslizarse sobre el cristal el líquido carmín que contiene―. ¿todo está arreglado? ¿Cuándo llegara tu donante?

―Mañana a primera hora. ―Me dirige una mirada sorprendida, olvidándose de su bebida.

―¿Tan pronto? ¿Hay algo que no nos hayas dicho? ¿Qué tan mal te encuentras? ―Sus ojos me observan atentamente, pero no hay nada que denote la sed que crece cada día y que justo ahora parece encontrarse atenuaba por el gusto de su sangre que aun siento en mi lengua.

Los vampiros pueden sobrevivir con el mínimo de sangre, no obstante, han pasado demasiados años y no soy un fundador común. El hecho de alguna vez haber sido un híbrido y luego subalterno hace que mi necesidad sea más grande. La sangre de Henryk me dio mis habilidades, pero no cambio algunos defectos.

―No se trata de eso.

―¿Y entonces que es? Sabes que debes decirme cualquier cosa que esté mal. ―Haros es un vampiro mayor que yo, sabe mucho sobre nosotros, pero no es solo eso. Él tampoco se ha alimentado de humanos, la mayor parte del tiempo usa la sangre sintética, pero también se alimenta de otros vampiros.

―Deseo mantener alejada la atención de ella lo mejor que pueda. Y eso fue justo lo que ustedes recomendaron.

Él se deja caer sobre el respaldo de la silla, su rostro apuntando al techo.

―Ellos lo sabrán inevitablemente, pero tal como he dicho, no hay nadie que esté libre para arrojar piedras. Todos han tenido al menos un donante en todos estos años. Hay quienes no les ha bastado solo uno o no los utilizan con ese único propósito. No debería importarte.

―Estoy siendo precavido.

―Propio de ti.

Si hay un error que cometió Henryk fue haberles dado tanta libertad a los fundadores, sé que fue un intento por unificar ambos grupos, pero muchos han abusado de su poder. Será difícil cambiar las cosas, nadie está dispuesta a perder sus comodidades y por ellos me ven como un obstáculo. No puedo decir que sea solo culpa de él, la mayoría solo deseábamos construir un lugar estable, pero los años tan trascurrido y los resultados no son los esperados.

»¿Cómo es ella? ―Los ojos de Uriel vuelven a posarse sobre mí, hay una abierta curiosidad que no esconde y que me pone inquieto.

Sé que él no la dañaría, sin importar todo el disgusto que expresa por los humanos, no es cruel y tampoco iría contra mis ordenes, pero me siento... sobreprotector. No deseo que ellos estén cerca de ella. Esto no es bueno, no le gustaría que muestre demasiado interés en ella, la vería como una amenaza. Tengo suficiente con Anisa.

―No la elegí por su aspecto, sino por su sangre.

―Pero pediste conocerla, cuando bien pudiste traerla sin más. Eso me intriga.

¿Por qué ellos deben estar enterados de todo?

―Quise dejar las cosas claras y conocer su situación. Quiero un trato justo.

―¿Situación? Los donantes solo buscan una cosa, mejorar sus condiciones de vida, no puedo decir que no sea válido o no estén en su derecho. Ellos definitivamente tienen un mal representante.

―¿No hay algo que podamos hacer al respecto? ―Uriel me da una sonrisa burlona.

―La última vez que le diste poder a los humanos, estuvieron a punto de arruinar una ciudad. Son estúpidos y codiciosos por naturaleza, eso no se puede cambiar. Y no, acordamos no intervenir en sus asuntos. Ese tal Aquiles es quien debería demandar mejoras, pero no hace gran cosa y ese no es asunto nuestro.

Suena tan fácil librarse de culpas, pero eso ha influido en la inconformidad de las personas. ¿Exactamente por donde debería comenzar? Estoy en un punto demasiado inestable. Los vampiros demandan más de lo que ya tienen, sin importar las condiciones precarias de los humanos. No existe igualdad.

―De todos modos, mantén atención sobre ellos. Y no necesito decirte que no te acerques a ella.

―¿A tu donante? ―Siento como acabara de pedir justo lo contrario.

―Si. Cualquier asunto que necesite tratarse podemos hablarlo en el edificio central.

―¿Me estás diciendo que no puedo visitar tu residencia?

―Ella no está acostumbrada a nosotros.

―Tendrá que acostumbrarse. Aunque que digas eso me hace sentir más curioso.

―Es una orden, Haros.

―Soy tu hombre de confianza, debo conocerla y saber si puedes fiarte de ella.

―Anisa se ha encargado de eso y la conoces, ella no dejaría pasar nada. Además, de que será quien cuidará de ella.

―Eso me parece bien. Tienes demasiadas cuchillas apuntando tu espalda, no necesitas una más. Solo... espero que no resultes igual que Rafael y termines involucrándote con ella.

―No la he traído con ese propósito.

―Lo sé, pero no siempre obtenemos lo que deseábamos. Como quiera que sea, estaré atento al desarrollo de las cosas. Más importante, vigilare a esas ratas.

―Confío en ti.

Esa es una manera sutil de hacerme saber que no permitirá que ella se convierta en un obstáculo. Definitivamente tengo que mantenerlos alejados de Gema.

֍

"Señor". Anisa se detiene a un lado del sillón donde me encuentro. "He preparado todo como lo indicó. La habitación, la ropa y todo lo que podría necesitar está listo. También me he encargado del tratamiento de su madre y he programado un examen médico para ella".

"Bien. ¿Cuándo será su examen?".

"Mañana mismo. Sé que desea se adapte, pero creo que es mejor asegurarnos de que no hay nada malo con ella". Anisa tan meticulosa como siempre, no puedo discutir su punto.

"¿No dirás que esto es un error?". Puedo leer su molestia y oposición. Y no se trata de la acción en específico, sino en particular por quien es. No le agrada Gema.

"El hecho de que no me agrade, no significa que no entienda que es por su bienestar. Así que no tiene nada de que preocuparse, voy a cuidar de esa niña".

Esa niña. Cierto, es demasiado joven si comparamos nuestras edades, ya que no importa el aspecto juvenil que podamos tener, hemos vivido demasiado tiempo.

"Solo será mientras Irina llegue". Irina sin duda es la mejor opción. Es imparcial y sabe cómo tratar con los humanos. Yo en cambio... he olvidado como se siente la debilidad y calidez humana.

Quizás es por eso por lo que pienso en ella, quien no oculta ninguna de sus emociones y no especialmente su disgusto por mí.

"Sin ofender, señor, pero preferiría quedarme con ella".

"Sigues sin confiar. Creí que era solo una chica ordinaria".

"Lo es, pero se trata de su seguridad. A menos que usted me necesite, preferiría cuidar de ella".

Anisa lo que desea es vigilarla.

"Bien, Uriel ha puesto un par de guardias detrás de mí, puedes quedarte si lo deseas".

"Entendido. Solo diré algo, si ella lo pone en riesgo, yo misma la eliminare". Sostengo su mirada. No hay desafío en sus ojos, sino pura determinación. Ella moriría por mí, aunque no se lo pidiera.

"Preferiría que no fuera así, pero no intervendré si es el caso".

"Gracias".

Elegir. Aun no estoy seguro, pero el tiempo para dudar se ha agotado, ahora debo intentar llevar la ciudad que tanto sacrificio a costado. Y al mismo tiempo cuidar de ella. 

ARMEN (Saga la donante #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora