–¿Preferirías eso?

¿Lo preferiría realmente? Tae no pudo encontrar la respuesta. Por una parte estaba en libertad y el hogar y por la otra la relación con un hombre que no sentía nada por él, a no ser una atracción física que acabaría por desaparecer.

–¿Puedo escoger? –indagó y vio cómo una sonrisa aparecía lentamente en la boca de él.

–No, no puedes. No en este momento. Tenemos–

–Así que es esto lo que te ha mantenido alejado, Jungkook –la voz, inesperada, vino de atrás. Tae volvió la cabeza para ver a un hombre robusto en traje de baño y se encontró con un par de ojos azules que lo hicieron sentirse incómodo.– No puedo decir que te culpe por querer tenerlo para ti solo –continuó el hombre– pero ahora no tendrás más remedio que presentarnos.

Jungkook se había incorporado y tenía aquella expresión enigmática que sólo él sabía adoptar.

–Tae, te presento a Jung Wooseok –dijo, y sin parpadear continuó– Mi esposo.

Decir que el recién llegado estaba sorprendido sería subestimar su reacción.

–Ahora sí que lo he visto todo –dijo.– ¡Jeon Jungkook atrapado por fin! –los ojos azules recorrieron de nuevo a Taehyung como si desearan ratificar su primera impresión.– No va a ser muy popular en ciertos círculos, se lo aseguro –dijo, dirigiéndose a Tae.– Más de una persona ha tratado de pescar a su marido. ¿Cuál es su secreto?

–Ya basta, Woo –Jungkook habló sin alzar la voz pero su tono fue cortante.– ¿Vienes solo?

–No –señaló con la cabeza en dirección a los árboles que limitaban la playa.– Los demás están al fondo. Yo iba a nadar cuanto te vi. Mingyu está con nosotros. Precisamente anoche hablaba de ti.

–¿De veras? –inquirió Jungkook, sin interés.

–Sí. Mira –Wooseok obviamente no entendía las insinuaciones.– No puedes irte sin, al menos, saludar a los demás. O mejor aún, ¿por qué no nos acompañan a almorzar? Ya conoces a Yan. Siempre trae comida para un ejército.

–En realidad, nosotros también hemos traído la nuestra –indicó Tae al ver que Jungkook no respondía nada.

–Mejor aún. Tráiganla y la juntaremos con lo demás. Woseok lo miró a él y luego a Jungkook.– ¡Vamos, hombre, la luna de miel no puede durar siempre! Estoy seguro de que a tu esposo le gustará conocer a algunos de tus amigos.

Jungkook se puso en pie de un salto, sacudiéndose la arena de su traje de baño, aún mojado. Ni siquiera miró a Tae.

–Está bien, diles que iremos para allá en cuanto lo recojamos todo.

Tae comenzó a reunir las cosas mientras Wooseok se alejaba, consciente de una cierta tensión en Jungkook.

–¿Quiénes son? –se atrevió a preguntar cuando hubo terminado de ponerlo todo en la bolsa.– Quiero decir, ¿cómo los conociste?

–Wooseok comercia en madera. Lo utilizamos a veces como asesor. He pasado un par de fines de semana con él y su esposo. Hay otra pareja que siempre anda con ellos –hizo un gesto de impaciencia.– ¡Vamos!

El grupo los esperaba bajo la sombra de un grupo de palmeras y en sus caras se reflejaron diferentes reacciones al llegar ellos. A Tae le llamó la atención el más joven de los integrantes del grupo. Un chico delgado pero bien formado que lucía un traje de baño amarillo brillante y que a su vez analizó detenidamente a Tae.

–¡Cuánto tiempo sin verte! –le dijo el joven a Jungkook.

–Así es. Demasiado tiempo. ¿Qué tal te van las cosas?

Corazón de piedra • kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora