Capítulo 8

435 87 3
                                    

No he visto muchas películas del género, pero lo que pasó hace doce años cuando era estudiante fue digno de una historia de adolescentes, donde los bravucones le juegan una broma pesada al débil. En este caso, yo fui la víctima.

Los alumnos de último año decidieron celebrar en grande su graduación invitando a todas las facultades a una fiesta que se llevaría a cabo en un lago junto a una cabaña escondida en el bosque de la ruta 66. La mega celebración era de lo que todos hablaban durante casi un mes; incluso los docentes hacían chistes al respecto o daban recomendaciones para que no se saliera de control.

Obviamente no estaba en mis planes asistir. Prefería estudiar para los exámenes o quedarme en mi departamento viendo series.

Pero Barry y yo ya éramos buenos amigos para entonces, así que por casi una semana me imploró que fuera. Ya sentía cosas por él sin decírselo, y no pude resistir. Acepté con la condición de que me acompañara todo el tiempo, pues no tenía más amigos y no se me daba socializar. Aceptó emocionado. Ambos sin saber lo que sucedería.

La noche de la fiesta ni siquiera me esforcé en arreglarme; me puse lo primero que encontré y pasé por Barry. Por fortuna, su novia había viajado a Texas por el funeral de su abuela, así que no estaría distraído. Él lucía atractivo con su conjunto de camisa azul, corbata y botas negras.

Su papá le había regalado un auto cuando entró a la universidad, así que él manejó hasta el bosque y buscamos a pie el lago. Fue fácil hallarlo por la música fuerte y las decenas de vehículos estacionados en los alrededores. Estaba tenso, pues no sabía qué cuál era mi propósito allí. Después miraba la cara de emoción de Barry y me relajaba. Si permanecía a su lado, todo estaría bien.

Nos adentramos a la fiesta. Habían muchas personas mayores y de nuestra edad bailando, bebiendo y conversando. Muchos saludaban a Barry y él educadamente me presentaba. Me limitaba a asentir o responder cosas escuetas, pues no estaba interesado en esa gente ni nada a mi alrededor salvo Barry.

Sin que me diera cuenta formé parte de un grupo de chicos que charlaban y reían. Me impresionaban las habilidades sociales de Barry. Yo me limitaba a observar. Muchas veces trataban de incluirme en la charla, pero dejé en claro muchas veces que no hacía falta. Aunque debía admitir que era un rato ameno. Me gustaba escuchar y observar a desconocidos. Aprender de ellos.

Un chico alto, con camisa rosa, lentes y rostro serio se acercó a Barry.

—¿Puedo hablar contigo? Es sobre la junta del consejo —alcancé a oír.

—¿De qué se trata? —preguntó meneando su bebida.

—¿Podemos ir a otro lado? Hay mucho ruido y es un asunto serio.

—No puedo dejar solo a Steven —repuso—. ¿Puede acompañarnos?

—No tomará mucho tiempo. Angelina y Sam nos esperan; es sólo del consejo.

—Maldita sea, Robbie. —Volteó a verme—. Steve, ¿te molesta si te dejo un momento a solas? Prometo no tardar.

—No —mentí—. Adelante.

Él sonrió y una vez más prometió no tardar, para en seguida seguir al chico de anteojos. No me quedé solo, pues estaban los chicos que trataban de incluirme, pero me sentía solo.

—¿Robinson y tú se traen algo? —preguntó un chico con evidentes copas de más—. Hacen una linda pareja.

—Barry sale con Yolanda, bobo —le dijo una chica.

—No les hagas caso, Steven —dijo un chico afroamericano con suéter amarillo—. ¿Qué opinas de la fiesta? Los chicos se lucieron, ¿no crees?

ABULIAWhere stories live. Discover now