CAPÍTULO IV

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Al ver bajar al chico que bajaba del carruaje Tanner no podía creer que ese fuera su hermano, tenía una aura que emanaba seguridad, estaba un poco más alto, su cabello castaño relucía con fuerza y sus ojos demostraban unos deseos de llevarse al mundo entero por delante. Ya no era aquel chico de diecisiete años que se había marchado hace dos años, este joven se veía más maduro, confiado y elegante.

Al apearse del coche hizo una pequeña reverencia y caminó con paso firme hacia la puerta de la mansión donde lo esperaba su hermano Steve quien lo miraba confundido, Austin le sonrió extendiendo los brazos y el pequeño sin dudar se abalanzó sobre él depositando un beso en su mejilla. El padre veía conmovido desde la puerta aquella escena, ver a su hijo nuevamente le llenaba de nostalgia, después de la partida de este se arrepintió de haberlo enviado allí, pero ya era demasiado tarde para enmendar su error.

Cuando el castaño alzo la mirada hacia él hizo una simple reverencia.

—Hola, padre— Le pasó por el lado para dirigirse a su habitación.

El señor Owen no podía discutirle nada a su hijo, no tenía derecho a reclamar sus actitudes, merecía eso y más ya que dentro de él albergaba una gran culpa. ¿Cómo le daría la noticia?

Austin no planeaba pasar más de una semana en esa casa, simplemente empacaría sus cosas y se marcharía a otra región donde pudiera llevar la vida que tanto anhelaba, ir allí fue simple formalismo, por él hubiera salido del internado hacia otro sitio.

Cuando iba por el pasillo, camino hacia su habitación, se encontró a Tanner quien lo miro de arriba a abajo, un silencio incómodo se formó entre ellos.

—Austin—empezó a decir el mayor —, me alegra mucho verte de vuelta.

El pequeño asintió.

—Sí, es bueno regresar —dijo con desdén continuando su camino.

—Siento mucho lo ocurrido, yo... lamento mucho no haberte ayudado, no haberte creído — dijo.

—No te preocupes, el miedo muchas veces actúa por nosotros—dijo, mirándolo a los ojos.

El mayor se sintió indignado por esas palabras, Austin definitivamente estaba diferente, hace dos años lo hubiese gritado y golpeado, pero ahora estaba ahí indiferente a sus palabras.

—Si lo que te preocupa es mi perdón puedes tranquilizarte—continuó diciendo, no podía ser duro con él, era su hermano después de todo.

Tanner se acercó temeroso a abrazarlo, no sabía cómo reaccionaría y temía que le hubiese perdido el cariño. El menor al sentir el tacto le correspondió y le dio un beso en la mejilla.

—Lo siento mucho—dijo el mayor—, no debí permitir que te fueras, Austin, yo no podré soportar tu partida, no de nuevo.

El pequeño se sintió extrañado ante estas palabras ¿Sabría algo de sus planes de huida? Prefirió no darle importancia tal vez era producto del momento, se apartó y tomó a su hermano de la mano conduciéndolo a la habitación donde se sentaron a platicar.

— ¿Entonces estas con el hijo de los Scott? —dijo Austin, mirando sorprendido a su hermano quien solo asintió— Pero, ¿cómo?

—Pues verás, después de lo sucedido con Beatrice se rompió el compromiso, Dylan se enteró y me ofreció su consuelo, nos volvimos cercanos, ya sabes empezamos a hablar... conocí a su familia, les agrade y un día simplemente lo besé.

—Wao—Dijo Austin, haciéndolo sonrojar— Eres bueno en eso hermanito

—Todo fue gracias a ti, si no hubieras gritado esa noche a Beatriz en este momento sería un fugitivo de mi padre—dijo, riendo.

El Pecado de enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora