Prólogo

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a Kishimoto-sensei.
Historia de Sherryl Woods esta es una adaptación de "La Gran Sorpresa"

¡A disfrutar de la lectura!

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La fiesta del sábado siguiente sería la quinta a la que había sido invitada Sabaku no Temari en los últimos tres meses con motivo del próximo nacimiento de un bebé. Tenía la sensación de que cada vez que se daba la vuelta, una amiga o compañera de trabajo se quedaba embarazada. Tantas panzas redondeadas, caras radiantes y sonajeros estaban empezando a hacer mella en ella.

Había ido tantas veces a la Tienda del Bebé de Matsuri, que ésta la llamaba de manera rutinaria cada vez que recibía algo nuevo. Enseguida se habían hecho amigas, y la tienda se había convertido en el lugar favorito de Temari para ir a tomar un té después de las clases y hablar de cosas de chicas.

Como resultado de eso, el reloj biológico de Temari estaba sonando tan fuerte que ella estaba segura de que se oía en toda la ciudad. Cumpliría treinta años pronto y a pesar de no ser demasiado mayor para tener hijos, sí tenía edad para pensar en ello, y no había ningún futuro padre a la vista.

Había vuelto a ir a la tienda de Matsuri, en esa ocasión para comprar un regalo para la fiesta del sábado, de Hinata Uzumaki. Tocó la funda de algodón de color amarillo chillón que había en una antigua cuna de roble que era el último hallazgo de Matsuri y suspiró. Últimamente suspiraba mucho. Y deseaba, y soñaba.

También le costaba cada vez más trabajo ocultar su envidia. Si oía más exclamaciones acerca de un par de minúsculas botitas hechas a manos, o de un trajecito, perdería los nervios. Tal vez aquél fuese el día, pensó mientras miraba la cuna.

- ¿En qué piensas? - le preguntó Matsuri, radiante de orgullo por su nueva y refinada adquisición.

Todavía llevaba las manos sucias de haber estado puliéndola. Su pelo corto estaba despeinado y no se había molestado ni en ponerse colorete, mucho menos en pintarse los labios.

- ¿Acaso no es la cuna más bonita del mundo? - añadió.

Temari intentó ocultar lo mucho que anhelaba poseer aquella cuna, tener un motivo para poseerla, y asintió.

- Es preciosa.

- ¿Te lo puedes creer? - preguntó Matsuri indignada - Me la encontré en un rincón de una tienda de antigüedades de la carretera. Tendrías que haberla visto. La habían pintado al menos media docena de veces. Al pulirla he encontrado capas de color blanco, azul, rosa y más blanco. Había tanta pintura que tuve que llegar casi a la madera para descubrir la forma original.

La dueña de la tienda pasó la mano por el intrincado dibujo que había descubierto en la cuna.

- ¿Habías visto alguna vez algo tan lindo?

- Jamás - contestó Temari, todavía con más ganas de hacerse con la cuna.

Matsuri sonrió.

- Bueno, sé que es demasiado extravagante para tu fiesta, pero sabía que, de todas las personas que entrasen en la tienda, tú serías la que más la apreciaría. Tuve que llamarte nada más traerla. A veces, la necesidad de compartir mis hallazgos me supera. Espero que no te haya importado que te dejase un mensaje en el colegio. No es que pretenda vendértela. Sé perfectamente que no necesitas una cuna.

Algo dentro de Temari se removió con aquel comentario de su amiga.

- Me la llevo - le dijo, como si quisiera demostrarle que estaba equivocada - Así como está, con el juego de cuna amarillo y todo. Cárgala en mi cuenta y mándame la factura.

La gran problemática sorpresaWhere stories live. Discover now