7.- Un sueño extraño

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Draco abrió los ojos en su cama y se giró hacia el lado donde dormía Ron más por la inercia de la costumbre adquirida durante años que por deseo, ya que sabía que una mañana más iba a encontrarlo vacio. Para su sorpresa, Ron estaba a su lado tumbado de costado, apoyado en el codo, mirándole a los ojos.

- Buenos días, mi pequeño hurón.

- Ron… tú… ¿Cómo es que…?

- Te echaba de menos. – contestó sencillamente Ron.

- Pero, ¿eres… tú? – encerrando en la simple pregunta una clara segunda interpretación de la misma.

Ron sonrió con tristeza. – Lo soy. Pero tenemos poco tiempo. Necesitaba hablar contigo. Pedirte dos cosas, perdón y que no te rindas.

Ante la cara de confusión de Draco, Ron se acercó más a él, se arrodilló sobre la cama y le tomó la cara con las manos antes de continuar.

- Lo siento, Draco. Siento ser tan estúpido como para no pensar que mis acciones y decisiones no me afectan solo a mí. Interponerme entre ese avada y el muchacho fue un error porque lo estáis pagando más vosotros que yo mismo. Mi amor, siento mucho todo lo que te estoy haciendo pasar, jamás fue mi intención haceros sufrir a ti y al resto de mi familia.

Draco tocaba la cara de Ron, como para asegurarse de que estaba ahí, que era real. – No eres estúpido, no digas eso. Eres el auror más valiente del p…

- Draco, mi vida, escúchame, por favor. No tenemos mucho más tiempo. Tienes que ser fuerte, tienes que seguir luchando por nosotros. No te rindas, mi amor, no flaquees, porque estoy ahí, sigo ahí dentro, en alguna parte de su interior, luchando por volver a salir. Él, no solo es mi caparazón, también te quiere, pero aún tiene miedo de lo que siente. Lo nuestro es tan grande que se ha visto envuelto y atrapado por una red de sentimientos antes de estar preparado y está asustado. Ayúdale, ayúdanos. Volveremos a ser una familia, pero debes de tener paciencia y no rendirte. Yo sigo luchando para ir saliendo a la superficie. No tardará, ya lo verás, pronto empezará a recordar cosas, ayúdale a entender los recuerdos. – Ron sonrió una vez más a Draco – No te preocupes por Scorp, solo necesita tiempo. Lo estás haciendo muy bien con los niños, cariño. Y con él, bueno conmigo en realidad, también. Pero no le molestes tanto con lo de Ronald, Dra-gon-ci-to.- Bromeó antes de volver a ponerse serio - Estoy muy orgulloso de ti. Te quiero. Adiós, mi pequeño hurón.

- ¡No! ¡No te marches aún! Te echo tanto de menos… Te necesito tanto, esto es tan difícil sin ti – Draco se incorporó y pasó sus brazos por los costados de Ron y acercó su cara hasta la de él para intentar besarle, ambos cerraron los ojos inconscientemente mientras se acercaban sus rostros, estaban a menos de un milímetro uno de otro, sus labios casi se rozaban…

El despertador empezó a sonar y Draco despertó de golpe con un hormigueo en los labios y una sensación de frustración en el pecho.

- ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! Ha estado tan cerca, tan cerca, ¡maldición! Ni si quiera he tenido tiempo de decirte que te quiero.

Draco intuía que no había sido un sueño normal y corriente, aunque no se atrevía a creer que había sido real; quería creerlo, pero pensar que el Ron que vivía olvidado en la mente del Ron actual (o antiguo, según se mirase) había encontrado la manera de entrar en sus sueños para darle un mensaje, era demasiado bonito para ser verdad. Pese a todo y solo por si acaso, si volvía a soñar con él se aseguraría esta vez de tener tiempo de decirle que le quería. En las noches que pasó en San Mungo esperando la recuperación de Ron se prometió que si recuperaba a "su Ron" le diría que le quería, y lo haría mucho más a menudo de lo que lo había hecho en los años que llevaban juntos pero había fallado a su propia promesa en la primera oportunidad.

Recuerdos Perdidos Where stories live. Discover now