Capítulo 1

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-¡Amiga! -oí el grito antes de que un gran peso me tirara al suelo.

-Joder, Amina, ¿a ti qué te pasa?

Mi mejor amiga se me había tirado encima y para colmo no era la primera vez que lo hacía.

Se levantó y se sentó sobre sus talones.

-Adivina que pasó ayer por la noche.

Esta chica tenía una serio problema. Cada vez que pasaba algo se moría por enterarse y, por supuesto, luego venía a mí a contármelo y a ponerme la cabeza como un bombo.

-No -le dije con pesadez mientras me levantaba del suelo. -¿Qué pasó?

Ella se levantó también e ignorando lo poco que me importaba me dijo con el entusiasmo de una niña pequeña:

-Por lo visto ayer Daemon estuvo buscando todo el día a Luck. Según Paula, su hermana, fue por la mañana a su casa hecho una furia a por él, pero no estaba, y por la noche dicen que de repente apareció Daemon y se lanzó a por Luck.

Madre mía, lo dijo todo de carrerilla. ¡Qué pulmones!

-Tía, no veas la paliza que le dio -siguió. -Tuvieron que llegar todos los amigos de Luck a separle porque no podían con él y Luck en el suelo inconsciente. Le tuvieron que llevar al hospital y dijeron que si no lo hubieran separado a tiempo, poco más y lo habría matado. Todavía sigue en el hospital con varios huesos rotos.

¡Vaya! Pobrecillo, aunque Luck fuera un idiota no le deseaba ningún mal.

Lo peor es que Luck llevaba un tiempo detrás de mí y accedí a salir con él antes de ayer. Solo quería que se le pasara el enganchón que tenía conmigo como con cualquier chica que no se hubiera tirado. Había insistido tanto que al final le dije que sí, pero se comportó como un completo idiota.

Me llevó a cenar y al dejarme en casa intentó besarme, pero lo rechacé y al parecer a él no le gustó eso porque la siguiente vez que fue a besarme lo hizo a la fuerza. A pesar de que me tenía retenida conseguí llevar mi rodilla a su entrepierna y como era de esperar, se cayó al suelo sujetándose sus "varoniles" partes y yo me marché corriendo.

-Alaia -bajó la voz, temerosa de que alguien pudiera oírla -él fue a matarle.

-Amina , eso no lo puedes saber. A lo mejor tenía sus motivos para pelearse con él. Es decir, estoy en contra de la violencia y todo eso, pero decir tal cosa de alguien es muy fuerte.

Me miró como si estuviera loca.

¡Yo! La que no se lanzaba encima de la gente cuando estaba desprevenida.

-Deja el tema. Como sigamos así nos veo como viejas marujonas criticando a todo el que pase.

Rio -Alaia, acéptalo, ese es nuestro destino.

Me reí con ella. Era algo que nunca podría evitar.

-Calla y vamos a clase o llegaremos tarde.

Eran las 8 de la mañana lunes, mi día ideal. Nótese mi sarcasmo.

Amina y yo éramos mejores amigas desde que llegué a esta cuidad hace casi tres años. Nos gustaba llamarnos A al cuadrado. En seguida nos hicimos inseparables aunque éramos muy distintas , tanto en el carácter como físicamente. Amina tenía el pelo negro, así como sus ojos, y lo llevaba a la altura de los hombros y liso, mientras que el mío era una mezcla entre rubio oscuro y castaño claro, largo y ligeramente ondulado. Mi madre siempre me decía que parecía de color oro porque cuando me daba el sol me salían reflejos dorados. También decía que mi piel hacía juego con mi pelo ya que tenía un tono dorado, como si estuviera bronceada a tiempo completo, pero no tanto como Amina, su tez era muy oscura. Y mis ojos eran una mezcla entre azul y verde extremadamente claro. Una vez un niño me preguntó si estaba ciega y, por supuesto , me deprimí. Estuve un mes sin quitarme unas gafas de sol. Claro que entonces tenía 11 años.

Las dos éramos de la misma altura. Se podría decir medianamente altas, no en exceso, simplemente pasábamos un poco la media de mujeres. Pero mientras que ella era todo curvas, yo no tenía nada especial.

Solo quedaban un par de meses de instituto y después teníamos planeado ir a la misma universidad.

-Alaia, este viernes vamos a la fiesta en casa de Brad, así que no inventes ninguna escusa para no ir- me amenazó con el dedo-. Me ha preguntado ya dos veces si vas y me ha pedido que te convezca- me guiñó el ojo-. Igual pillas cacho.

Iba a contestar pero salió corriendo a su clase. Cobarde.

Me dirigí yo también a la mía. Lamentablemente no nos tocaba juntas, yo tenía matemáticas y ella historia.

Cuando llegué a clase aún no había llegado el profesor y apenas había alumnos por lo que pude sentarme al lado de la ventana.

Empecé a sacar mis cosas cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado.

-Hola preciosa.

Brandon era muy guapo pero jugaba en el equipo contrario. Alto, ojos azules, castaño, en definitiva, una desgracia para el género femenino.

-Hola Brandon. ¿Qué tal con tu nuevo ligue?

Este fin de semana había quedado con el chico con el que se odiaba a muerte. Pero claro está que ese odio era amor.

-No es un ligue - un rubor tiñó sus mejillas.- Lo más probable es que me lo quede.

Entró el profesor y nos mandó callar a todos. Cuando comenzó a hablar no pude evitar sumirme en mis pensamientos, los cuales "casualmente" se dirigieron a Daemon y a lo que se podría decir "nuestra historia".

PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora