Palabras del Rincón

III. Oda a la casa abandonada

Por la acera
paso
y a mi izquierda
tras el jardín marchito
sembrado de camelias
y de cerezos
que no dan flor
está la casa abandonada.
Imagino entonces
los días de esplendor
y la sonrisa
de la primera persona
que pisó su suelo,
y crecen en mi mente
las historias
del pasado.
Dentro de esas paredes
hoy de gastada madera
y clavos oxidados;
tras esas ventanas
rotas, quebradas,
antes quizás estuvo una familia:
una madre dando a luz,
dando vida;
risas de niños corriendo
y cayendo y levantándose de nuevo;
la partida del padre;
la muerte del abuelo;
el aroma del dulce de leche de la abuela;
el ladrido de algún perro;
la primera novia del hijo;
los gemidos de la pasión en una noche sin sueño;
las reuniones clandestinas
de los amigos
planeando alguna marcha
en la plaza del pueblo;
los tiros
en una tarde
de invierno;
la sangre derramada
y los huecos en las paredes
por las balas.
Y luego el olvido de la historia.
Y ya no es más que una casa:
una casa abandonada,
donde los niños
creen que hay fantasmas.
y desconocen
el nombre del héroe
clandestino.
Y sigo de largo
por la acera.
De alguna manera
me llega el aroma
de los cerezos sin flores
y las marchitas camelias.