Apariencias 2.

544 19 7
                                    

Simón sabía que Luna era lesbiana, nunca le molestó, pero de alguna manera había empezado a sentir celos de ella, cosa que no le había pasado con sus parejas anteriores y temía que esto siguiera creciendo.

Después de esa presentación donde conoció el nombre de la rubia, léase Ámbar Smith, también se pudo dar cuenta de cuánto se querían y que la chica era toda una diva, y por si fuera poco re linda con él, lo aceptó desde el primer momento, alegando que Luna le había hablado maravillas de él.

Los días siguieron pasando, llevando como resultado que así como había creado una amistad independiente de la de Luna, con dos chicos llamados Pedro y Nicolás, tampoco había podido evitar pasar tiempo con la pareja y con su grupo en el que estaba metido aquel castaño que dada la casualidad era primo de Ámbar.

Esta junta también llevo a Simón a hacerse amigo de la güera sin realmente forzarlo. Algo que a nadie, ni a él le molestaba ya que sabía los gustos de la chica y no podría hacerse ilusiones.

Que tonto que era.

Eso no evitó que su corazón la anhelara convirtiéndose en un amor unilateral. Viéndola a su frente reír con Luna, besarla y preocuparse por ella como desearía que lo hiciera por él.

Para colmo, Ámbar al cabo de unos meses empezó a llamarlo mejor amigo por todo el tiempo que de repente comenzaron a pasar juntos, con Luna incluida. El era la lámpara de la relación.

Y un masoquista también.

Y así, Ámbar se convirtió en una parte importante de su vida.

Entonces decidido a olvidarla se le ocurrió tener citas, una tras otra. Una chica llamada Mar, otra Daniela y así hasta llegar a una tal Emma.

Y no pudo, seguía, literalmente soñando con la rubia.

— No sabía que eras tan Casanova vos, eh. — Le mencionó una vez la rubia.

— Intentó descubrir horizontes. — Río sin ganas con sus brazos a lo largo del sofá. Ese día solo estaban ellos dos, Luna había salido corriendo apenas llegaron a la mansión de la rubia porqué su mamá la llamó.

— Ya veo. — Declaró y ladeó su cabeza observándolo risueña. — Pero vos no sos así.

El frunció su ceño divertido ante sus palabras.

— ¿Qué te lo asegura? Acabás de decir que no sabías que era tan casanova.

— Era sarcasmo, tonto. — Sonrió  sin mostrar sus dientes. — Sé que no, te conozco.

No contestó, a su mente vino una idea que no pronunció.

Si me conoces porque no ves que es por ti que lo hago. Que me muero por ti.

Bufó y río para luego pedir que vieran alguna película.

Ese día al rato, Ámbar se durmió y le tocó a Simón llevarla hasta su habitación, se regaño por sus pensamientos y antes de hacer o decir alguna estupidez, se dio la vuelta y se fue.

Estaba realmente jodido por esa mujer.

Otro día, en el receso vi venir a Luna triste y llevado por un impulso fue corriendo hacía queriendo averiguar a quien asesinaria.

Ella se lanzó a él, rodeándole con sus delgados brazos, Simón por su parte la apretó contra sí.

— ¿Qué pasó? ¿Que te hicieron?

Entre sollozos, Luna responde.

— Me ha dejado, Simón. Ámbar me ha dejado.

— Dios, Luna.

One shots - S. A. Onde histórias criam vida. Descubra agora