Esperó una reacción del chico, pero en cambio éste inclinó la cabeza. Comenzó a ponerse más nerviosa al notar que él solo la miraba interesado. Al cabo de unos segundos que le parecieron eternos, vió que éste se comenzó a reír.

Miró a ambos costados esperando entender el por qué de la risa del vice capitán, repasó sus palabras y pensó que dijo alguna cosa mal o que su pronunciación fue rara. Una mano en su hombro la sacó de sus pensamientos.

—¿Sólo era eso?—le dijo con una sonrisa, a lo que ella asintió— Supongo que Nishinoya pensó otra cosa— ahora quien inclinó la cabeza fue ella, sin entender lo que dijo. Sin embargo, él no le dio importancia a explicarle— ¿Quieres que te de unos pases mientras hablamos?

Asintió frenéticamente mientras el chico la agarraba de los hombros al ser de casi la misma estatura, si no fuese por unos centímetros.

(...)

Luego de su juego nocturno con los cuatro chicos de otras escuelas -que se le hizo costumbre con el paso de los días-, le tocaba al Karasuno ordenar el gimnasio que ocuparon y al ser los tres, lo limpiaban más rápido.

Pero esa noche, miró a Shoyo quien estaba algo decaído. Se acercó a él, que estaba desarmando la red con desgano.

—Oye, mandarína.— lo tomó de los cabellos luminosos naranjos— ¿Quieres ir a descansar? Tsukishima y yo nos encargaremos.

El par de ojos que siempre parecían estar activos, la miraron con anhelo— ¡Gracias, Hoshi-sempai!

Revolvió el cabello del pequeño -cosa que también se le hizo costumbre- y dejó que se vaya, claro que antes este le preguntó varias veces si estaba bien con eso, a lo que simplemente respondió que sí. Estaba segura que el rubio a unos metros quería tirarle una pelota por la cabeza al dejarlos con más trabajo.

Lo corroboró cuando se plantó frente a ella.

Lo ignoró la mayor parte de la tarde y noche. Luego de su charla emocional con Sugawara le quedó claro lo que tenía en su cabeza.

Le atraía Tsukishima.

Claro estaba que tenía vergüenza hasta de respirar frente a él, pero trataba de disimularlo, y hasta ahora lo hacía bien. O eso creía.

«¿Por qué lo dejaste ir?»

«Se le notaba agotado» respondió simplemente sin mirar nada más que sus manos.

«Si vamos al caso, yo también lo estoy.»

«Hablaba mentalmente, Tsukki»

Se dio media vuelta sin ganas de seguir discutiendo. Siguió juntado los balones que veía y en su momento no se dio cuenta que ocuparon más de diez. Comenzó a repasar las palabras que utilizó al hablarle, quizás había sido algo absurdo decirle «Mentalmente, Tsukki», ya qué él también estaba algo raro. Se detuvo en su lugar y cayó en que le había dicho «Tsukki»

Básicamente le dijo «Luna» al chico que le interesaba. Hubiese entrado en pánico si no hubiese sido porque el mismo chico volvió a plantarse frente a ella.

No tenía planeado verlo al rostro, y al parecer el sabía aquello.

«Tengo una pregunta, pero tendrás que mirarme»

Resopló mientras arrugaba su nariz en señal de molestia. Al final de cuentas Tsukishima parecía saberlo todo.

Levantó la mirada y se encontró con los intensos ojos miel clavados en ella. Trató de no ponerse nerviosa y se concentró en sus labios.

—¿Por qué juegas al voley si no escuchas cuando te corresponde una pelota?

Se tranquilizó más al escuchar aquello, no era algo que no le habían preguntado antes. Trató de pensar en como mostrarle lo que le gustaba del voley, más allá de las mismas palabras que respondía siempre; «Me gusta el deporte», «Mi familia lo hace desde hace años».

Quería mostrarle lo que de verdad sentía.

Tomó una pelota que estaba cerca y se puso al lado del chico alto. Agarró las manos de éste y las puso en el piso haciendo que este se agachase y la mirara con sorpresa, pero no se dio cuenta. Luego comenzó a picar la pelota cerca de su mano, logrando que se sientan vibraciones. Luego, lo hizo levantarse para darle un pase que lo tomó desprevenido, pero de igual forma lo recibió. Después de ese llegó otro pase, y otro, y otro...

Él se había cansado y estaba sudando. Se acercó hasta quedar a centímetros de ella— Creí que me responderías, no que me harías entrenar como idiota.—su semblante cambió a uno más egocéntrico— ¿O acaso te da miedo decirmelo?

Hoshi le dió una mirada de confianza y se puso de manera en que ella quedase con la espalda pegada al pecho del rubio. Tiró la pelota altísimo y agarró las manos de su compañero para luego golpear el balón juntos.

—Ese segundo en el que mi mano toca el balón, se siente como si pudiese escuchar hasta el más bajo sonido.

Divisó el sonrojo que se asomaba por debajo de sus gafas y se percató de lo cerca que se encontraban y que aún tenían sus manos juntas. Pestañeo dos veces y saltó en su lugar, para luego comenzar a balbucear.

—¡En fin!—soltó una risa nerviosa— Espero que me hayas entendido. Como sea, ¡Adiós!

Se fue del gimnasio dejando a un chico confundido sobre sus sentimientos.

Escucharte || Haikyuu!!  [Kei Tsukishima] EN PAUSAWhere stories live. Discover now