Capítulo Cuatro

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Apenas falta un día para regresar a Aspen y no sé si los nervios que siento son por eso, por la quedada con Brian o porque mi novio no me ha llamado ni escrito desde ayer. Tal vez sea por un cúmulo de todas ellas.

Sin embargo, aquí sentada bajo las estrellas en un banco frente al río Willamette, me siento tranquila. No podría contar las veces que me he sentado en este mismo banco a admirar las vistas del río y viendo los paseos de toda esa gente que viene a veranear y probar el crucero. Siempre me gustaba mirar a la gente que subía a ese barco y pensar cómo serían sus vidas. Eso me quitaba un buen rato de pensar en los problemas que tenía en casa.

Con ese pensamiento en la cabeza me sobresalto al sentir una mano sobre mi hombro. Al girar la cabeza veo a Brian sentándose a mi lado mientras mete las manos en los bolsillos de sus vaqueros.

─Me has asustado.

─Eso es porque estabas muy centrada en algo que te preocupa.

─Eso es mentira ─contesto a la vez que arrugo sin querer la nariz. Su mirada deja claro que se ha fijado en ese gesto y no me ha creído.

─¿Sabes? El invierno pasado, después de que lo dejásemos y te fueses a Aspen, me gustaba venir aquí de vez en cuando ─dice, apartando la mirada de mí para ponerla sobre el río─. Recordaba la noche que paseamos hasta aquí en nuestra primera cita oficial y te veía en silencio mirar el río. En esos momentos pensaba que podría estar mirándote durante horas, pero este invierno entendí que lo hacías porque por un momento podías olvidarte del mundo y no pensar en nada más.

─¿Eso crees? ─le pregunto en apenas un susurro sin dejar de mirarle aunque él no lo haga.

─Lo sé porque por un momento pude sentir lo mismo uno de esos días que venía aquí. Durante todo el invierno pensé que me iba a volver loco sin ti, pero en este banco aquella noche quise recuperarte y saber qué era de lo que huías. Por eso cuando fui a Aspen me comporté como un estúpido al verte con ese tío.

Lentamente puedo ver cómo desvía su mirada del río al suelo y de ahí hasta mí. Por un momento siento lástima por él y por lo que tuvimos. Por un momento le miro y puedo ver aquel momento del que habla en el que le traje hasta aquí en nuestra primera cita. 

Aquella noche estaba rota por lo que pasó con mis padres y en ese momento mirando el río pude despejarme por unos instantes. Lo recuerdo como si fuese ayer, como si todavía pudiese notar una punzada ligera de todo aquel dolor que me recorría el alma. Sin embargo, algo en su mirada me resulta extraño. No consigo saber a dónde quiere llegar con todo esto.

Entrecierro un poco los ojos esperando a que diga algo más, pero no lo hace. Solo continúa ahí sentado, con sus manos en los bolsillos y la mirada estudiándome cada milímetro de cara.

─Siento haber tardado tanto en darme cuenta de que lo nuestro no funcionaría. De que no eras para mí.

─No te preocupes, Brian. Eso ya es pasado. Lo que no entiendo es por qué tenemos que volver a hablar de eso ahora. ¿Para eso querías que quedásemos aquí?

Sin decir nada saca una mano de su bolsillo y la levanta hasta tocarme la mejilla mientras sonríe un poco.

─¿No te apetece subir a ese barco y cenar? ─propone de repente.

─¡Qué más quisieras! ─contesto a la vez que suelto una pequeña carcajada por la sorpresa.

─Venga, dime que nunca lo has pensado ─guiña un ojo.

Enarco una ceja expectante, sin entender a dónde quiere llegar. Él se levanta de un salto sin dejar de sonreír y me coge la mano para hacer que yo también me levante y le siga por el camino de farolas que lleva al crucero nocturno.

Pasión IncontrolableWhere stories live. Discover now