Capítulo Dos

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BETH

—¡Mamá! —grito sin soportarlo más. Lleva todo el viaje en coche, desde que me recogió en el aeropuerto, haciéndome preguntas por cualquier cosa.

Mamá me mira de reojo mientras observa el semáforo en rojo que tenemos delante. El silencio reina por fin un poco en el coche y aprovecho para cerrar los ojos y acomodarme en el reposacabezas.

Cuando siento que el coche se pone en marcha de nuevo echo una mirada a mamá sin que se dé cuenta y me siento mal por haberla gritado, pero es que su insistencia en saber cada detalle de Las Vegas hace que me vuelva loca. Y lo siento por ella, de verdad, pero tengo que luchar contra mis sentimientos de haber dejado a Will atrás y todo lo que pasó durante el verano.

Todavía sigo pensando en quién era el chico ese con la misma cara de Will que nos sorprendió aquel día que fuimos al cementerio. ¿Por qué estaba allí? Y lo peor, ¿por qué dijo que era su hermano?

—Bethany, ¿me estás escuchando? —escucho decir a mamá más alto de lo normal—. Te está sonando el móvil, cielo.

Rápidamente salgo de mis pensamientos y saco el móvil del bolsillo de mi pantalón. Al desbloquear la pantalla veo el nombre de papá. El gesto involuntario que hago con la cara parece no haber pasado desapercibido para mamá.

─¿Algún problema? ─pregunta, pero antes de decirla nada veo que mira la pantalla y hace otra mueca con la cara.

Mi mente se debate entre hablar con mamá o coger el teléfono, pero por pocas ganas que tenga sé que tengo que hablar con él tarde o temprano. Miro por la ventanilla al descolgar la llamada.

─¿Papá?

─¡Beth! ¿Qué tal, cariño? ─su voz suena demasiado emocionada─. Me dijo tu madre que iría a recogerte, pero he pensado que podíamos salir a comer por ahí juntos para que me cuentes cómo te fue en las vacaciones, ¿qué te parece?

─Pues estoy bastante cansada ─comienzo a decir como excusa, pero rápidamente me interrumpe.

─Venga, Beth, cariño. Sólo te pido eso, hace mucho que no nos vemos.

Rápidamente me separo el móvil de la oreja, resoplo cerrando los ojos y vuelvo a colocar el móvil en su sitio para contestarle.

─Está bien, pero ¿puede ser mejor para cenar?

Después de eso todo en su voz es emoción y alegría y yo no lo entiendo. Hacía tiempo que no le escuchaba tan contento. De hecho, recuerdo que se ponía así cuando llegaba el día de mi cumpleaños y venía a despertarme con tortitas prácticamente bañadas en sirope de arce. Qué buenos momentos.

Unos minutos más tarde cuelgo la llamada y me doy cuenta de que ya hemos llegado a casa. Mamá aparca en silencio frente a la puerta y sale a recoger las maletas del maletero. La sigo y la ayudo hasta que entramos en casa juntas. El olor familiar me invade rápidamente, pero nunca me trae buenos recuerdos. Arrugo un poco la nariz y cojo las maletas para subir a mi habitación.

─¿Comes aquí? ─me pregunta justo cuando subo el primer escalón hacia la planta de los dormitorios.

─Sí ─respondo algo nerviosa─. Papá me invitó a comer pero no me apetece mucho, así que le dije que mejor iría a cenar con él. No te importa, ¿verdad? Si tenías algo preparado puedo llamarle y...

─No, cielo, tranquila ─me interrumpe, pero su voz suena apenada. Maldita sea.

─De verdad que no me importa llamarle, mamá.

─Lo sé, pero también tiene ganas de verte así que no le hagas esperar mucho. 

Asiento lentamente con la cabeza y veo como se aleja hacia el comedor sin decir una palabra. La vuelta a casa va a ser difícil.

Pasión IncontrolableWhere stories live. Discover now