—Dime, pequeña bruja¿Te gusta?—me pregunta con una voz ansiosa. Llena de lujuria.

Quiero contestar pero joder, no tengo palabras, me muerdo nuevamente el labio y asiento.

Él empieza a hacer movimientos sobre mi clítoris, empiezo a jadear y mi humedad empieza a sentirse más caliente, mi cuerpo vibra de desesperación, mi corazón late ansiosamente, solo quiero más.

—¡Pídelo!—me exige moviendo sus dedos en círculos en mi entrepierna, haciendo que mi humedad crezca más.— Quiero escucharte pidiéndolo.

¡Joder!

—Quiero—digo sin aliento y con la voz ansiosa—. Necesito—le digo con más desesperación.

—¿Qué quieres, brujita?

—A ti, te quiero dentro—respondo rápidamente sin aliento.

Me asombro por el tono de súplica en mi voz. Él me levanta de la cama, me toma las muñecas y me voltea, roza su miembro por mis nalgas, puedo sentir lo caliente de su erección, la rigidez y el tamaño, estoy segura que me va a doler.

¡Joder con gusto me quemaría en tu infierno!

—Entonces quémate en el—dice con la voz ronca y ansiosa.

¿Espera qué?

Me jala y abre mis piernas, siento como amarra mi tobillo en el extremo de algo, hace lo mismo con el otro, me aprieta el cuello dando una mordida en mis labios, libero un jadeo cuando mi labio inferior punza con pequeñas gotas de sangre.

De pronto siento que amarra algo a mi cuello, sube mis manos hacia arriba y amarra mis muñecas juntas.

¡Por Satán! Para eso era la jodida cruz.

Mis piernas abiertas y mis manos juntas, forman perfectamente la cruz invertida, solo que ahora estoy atada en ella y completamente desnuda, siento los roces de sus dedos pasando sobre mi piel, mis pezones se endurecen con el roce de su tacto y me estremezco al sentir húmedo.

—Quieta—susurra sobre mi oído, imprecnando su aroma viril en mis fosas nasales.

Da pequeños besos sobre mi piel recorriendo su lengua hasta llegar a mis pechos, siento pequeñas mordidas sobre mis pezones, muerdo mis labios para ahogar los gemidos que su tacto me producen.

Me toma del cuello y empieza a besarlo y succionandolo sin control.

—Para—pido y él me ignora, solo libera un pequeño gruñido ronco que me hace jadear.

Su mano baja por mi cuerpo, recorriéndolo lentamente hasta llegar a mi sexo, donde ataca mi clítoris con delicados toques.

Mi respiración se agitada con sus toques lentos, baja y sube jugando con la humedad que se libera con cada toque, acaricia mientras me besa el cuello con desesperación haciendo que su respiración se desestabilice sobre mi piel, sus dedos juegan sobre mi entrada; mientras nuestras respiraciones se envuelven entre pequeños jadeos.

Quiero moverme, necesito tocar, necesito sentirlo, necesito que me folle, sus movimientos avellasan mi piel, me dejo llevar y mi cuerpo tiembla al ritmo de los movimientos de él, frota sus dedos por mi clítoris sin piedad, el cuerpo me arde, y su aliento sobre mi lo complica todo.

—Ya, ya—susurro y él intensifica sus movimientos sobre mí.—Follame.

Siento como me libera de los tobillos, trato de controlar la respiración pero es imposible, me suelta las manos y el cuello quedando completamente libre, rápidamente lo toco, su torso está sudado, su pecho sube y baja al ritmo de su respiración, paso mis manos por su abdomen intentando sentirlo más, él tira mi cabello mordisqueando mi cuello, libero unos pequeños gemidos y el gruñe sobre mi oído, mordiéndome el lóbulo de la oreja, mueve mis manos hacia abajo deteniendo mis caricias.

Sigil ©Where stories live. Discover now