C h a p t e r 6

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Escuchar el cacareo de mamá al otro lado de la línea me mareó. Me gustaba conversar con ella, solo que en ocasiones —como en ese momento— llegaba a un punto en que hablaba tanto sin siquiera agarrar aire que me atarantaba.

Además, estar hablando un domingo por la noche del chico que me gustaba, sobre como conquistar su corazoncito y no morir en el intento... era incómodo.

De todas formas, la dejé ser. No me quejaría de algo como aquello. Total, no hablaba mucho con ella, y mientras pudiésemos charlar sobre aquello y no sobre la tarea, yo iba a estar más que dispuesta a hacerlo.

—Espero poder verlas pronto, ¡envíenme una foto! —Pidió infantil, haciendo que me riese.

—Te mandé al correo como una docena solo de hoy, ma' —me quejé simpática, recordando que al menos yo, cada día de forma puntual le enviaba por lo menos una fotito mía o de Bella o de Forks o todo eso junto alrededor de las seis de la tarde. Era lo más cerca que podíamos estar de ella, y así mismo, mamá nos envíaba fotografías de los lugares que visitaba con Phil.

—Sabes que para mí nunca son suficientes —jugueteó. Asentí entre risas aunque no me pudiese ver, imaginándola abrazándome, cosa que me puso sentimental—. Te dejo, cariño. Que tengas un lindo día mañana —deseó, la calidez de su voz envolviéndome con cariño.

—Igualmente, mami. Salúdame a Phil —me despedí, lanzándole un sonoro beso.

Por la mañana, pelusitas y diminutos copitos de nieve cayeron por el cielo de Forks. Abrí la ventana, y estiré la mano, pensando en que se quedarían sobre mi palma y se quedarían adorablemente en ella como en las películas, pero apenas y se sentía su toque, como las gotitas del rocío, cosa que me decepcionó.

Bajé con mis botas bien puestas. Acomodé mi bufanda, mis guantes y el gorro que había elegido para ese día a juego de mi grueso y bien conocido bleizer negro.

De nuevo hoy era January "malvavisco" Swan, pero no me importaba mientras mis orejas estuviesen calientitas y yo no me muriera de frío.

Bella aguardaba por mí. Soltó una suave risita antes de salir ambas, notando el suelo con ligeras capas de hielo que harían difícil nuestro andar.

Me sostuve con fuerza del barandal sabiendo que me mataría si no lo hacía. Lento y seguro pisé cada escalón en tanto veía a Bella resbalar.

Me carcajeé como loca al verla en el suelo, mientras que papá me miró a modo de reproche y corrió a socorrerla.

—¿Estás bien? —Le preguntó, ayudándola a levantarse. Al acercarme le sacudí un poco la espalda que llevaba con algo de tierrita y hielo.

—Sí. El hielo no ayuda a los descoordinados —respondió. Yo seguí moviéndome con cautela hasta poder sostenerme del vehículo.

the 1 (Jasper Hale)Onde histórias criam vida. Descubra agora