8. Mis cinco minutos de fama

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Hoy por la mañana le mandé un mensaje a Changmin para decirle que había terminado sus fotos antes de lo planeado. Me ofrecí a pasar a la hora del almuerzo por su trabajo para entregárselas, quiero creer que se lo ofrecí sin segundas intenciones, pero que esté nerviosa mientras camino hacia la estación del metro me hace dudar de mi misma.

Puedo intentar engañarme en vano, supongo que al final, muy en el fondo, sé que sólo quiero tener la posibilidad de ver a Yong Sun de nuevo, hablarle —sobre cualquier cosa—, esta vez más tranquila y darle las gracias en persona por haberme ayudado la otra noche. Una excusa, necesitaba una excusa.

La única clase que tengo los viernes es un taller de fotografía del que salgo a las once y luego de eso no tengo que irme al trabajo hasta las seis de la tarde, así que el tiempo me viene bien y me sobra para hacer el "recado".

°

Al llegar Changmin me está esperado afuera del edificio principal —según él porque le daba miedo que no pudiera encontrar la cafetería por mi cuenta—, y me invita a tomar el almuerzo junto algunos de sus compañeros de trabajo.

Le digo que sí por cortesía.

Lo siguiente que sé es que estoy siendo presentada con un montón de desconocidos (de los que seguramente no podré recordar sus nombres ni de broma), a punto de iniciar una tormenta de preguntas rápidas, como si yo fuera la cosa más interesante del lugar, o un juguete nuevo.

Yong Sun también resultó uniéndose a nuestra mesa en algún punto, pero se limitó a saludarme de lejos nada más.

Las preguntas continuaban de nuestro lado de la mesa y eso me marea de sobre manera.

—¿Cómo conociste a Changmin? —pregunta alguien.

—Soy amiga de su hermano y él me pidió sacar un par de fotos en uno de sus eventos, supongo que las cosas simplemente se dieron.

Un pequeño coro acompañaba con un "Oh" alargado cada una de mis respuestas (por muy mundanas que fueran), cosa que me habría hecho bastante gracia en otro contexto.

—¿Y cuál es tu nombre completo? —Esa pregunta me saca de lugar por un par de segundos porque me hace caer en cuanta de que no lo he dicho en todo el rato que llevo aquí sentada con ellos.

—Moon Byul Yi.

El coro raro ese se hace presente de nuevo.

—Es un nombre muy bonito —dice alguien con una camisa elegante.

—Sin duda alguna muy bonito —agrega otra persona.

Luego, por lo que al menos a mí me parecen cinco minutos enternos, esa gente se pierde en lo "bonito" que es mi nombre.

—¿Y qué edad tienes? —pregunta una chica, que al menos a la vista parece muy dulce.

—Tengo veinticinco.

Y el coro reaparece.

—Pues te vez más joven —contesta un chico con lentes.

—Sin lugar a dudas, los años no te afectan, eh —le sigue otro.

Y yo los dejo ser, porque últimamente (al menos desde que llegué a Seúl), me cuesta distinguir mucho entre los cumplidos sinceros y los exagerados, así que me da un tanto igual si me mienten o no.

—¿Eres de por aquí? —pregunta el chico que está sentado junto a Changmin.

—No. —Me río para suavizar mi negación seca.

—Oh, ¿Y de donde eres?

—Soy de Bucheon, pero me mudé a Seúl por mis estudios hace ya casi un año.

—¿Y estudias aquí? Porque no me parece haberte visto antes. —Ahora es un señor con peluquin (o al menos yo creo que lleva peluquin), el que toma la batuta de las preguntas.

—No, en realidad voy al instituto de artes de Paekche.

—Ah, ¿y que estudias allí?

—Pues cine.

—Oh, pues mira que interesante —responde el chico de lentes—, aquí en Geojis no tenemos ese tipo de carreras.

—Ya lo creo que lo es —lo secunda una chica de vestido floreado.

—En definitiva que es interesante —sigue el tipo del peluquin.

Al parecer me les hago interesante por lo estudio. No sé qué responderles, así que sólo me dedico a esbozar una sonrisa, quizá demasiado forzada.

Me incomoda de cierta manera, mucha de esta gente me da la pinta a que son de los que rechazan las carreras artísticas y a los artistas, nada más están siendo amables en el momento, es probable que no estén ni tan sorprendidos como fijen estarlo. "Falsamente amables". Ese pensamiento me aterra y de repente siento un escalofrío.

Veo al señor del peluquín ajustar su corbata de reojo y el peluquín se le mueve, otro escalofrío se hace presente.

—El joven Changmin es un tipo suertudo —dice Yong Sun, es la primera vez que dice algo entre la tormenta de preguntas.

Ella tiene uno de sus codos recargado en la mesa y usa su mano derecha para sostener el peso de su rostro, parece ajena a la conversación, sin embargo está aquí sentada y la gente la ha oído, así que ahora la ven y nos ven a Changmin y a mí, esperando quién sabe qué, pero esperando.

Changmin se atraganta con arroz y trata de recuperar el aire.

—Ella y yo no... o sea, ella y yo sólo... a ella ni siquiera le gustan los...

—No somos novios —lo corto, o lo ayudo, la verdad es que no estoy muy segura, pero me río para aliviar la tensión del lugar y los demás hacen lo mismo. Changmin me agradece con la mirada.

—Pues que mal por él —dice Yong Sun, y sonrie—, porque eres muy guapa.

Ahora soy yo la que se atraganta con un pedazo de huevo, y los demás se vuelven a reír.

Voy a tomar su comentario como un cumplido sincero. Quiero que lo sea.

Alcanzo mi botella de té y le doy un trago grande, porque de repente me ha dado mucha sed. Sigo tomando hasta dejar el recipiente vacio.

°

Pasan los minutos y más preguntas sin importancia, hasta que todos eventualmente terminan de comer, casi parece que se van despidiendo de uno a uno (ya sea para ir a clase o impartir esta misma), al final sólo quedamos Changmin, Yong Sun y yo en la mesa.

—Bueno —comienza a decir Changmin, y se levanta de la mesa—, a sido muy entretenido todo esto, pero ya tengo que ir a dar clase.

—Saluda a tus padres de mi parte —le digo.

—Claro que lo haré —responde, luego hace una reverencia y se retira, dejandome a solas con Yong Sun.

Ella juega con un par de mondadientes, como si le diera un tanto igual el hecho de que yo aún siguiera allí.

Y justo cuando creo oportuno despedirme, ella habla.

—Perdón por lo que dije antes. —Tiene la vista en la nada—, yo sólo había asumido que tú y Changmin estaban juntos, no quise incomodarlos.

—Para nada tienes que diculparte —le digo—, tú sólo no lo sabias.

—Bien.

—Bien.

Ella me sonríe y yo hago lo mismo.

—¿Y tienes que ir a dar clase o algo? —pregunto, tratando de parecer casual—. Porque en serio me gustaría ir por un café o un postre con alguien, quiero compensarte por lo de la otra vez que me ayudaste, dame ese gusto.

Yong Sun ve su reloj de pulsera. Sonríe.

—Aún me queda una hora y media de descanso —dice levantándose de la mesa—, y hay un café muy bueno cerca de aquí, ¿quieres ir?

—Por supuesto.

Me cuelgo la mochila a los hombros y la sigo sin dudarlo.

se durmieron las estrellas | moonsunWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu