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Lunes. Ocho de la mañana. Suena la alarma en cada habitación de este descomunal edificio. Retumba en las paredes, y hace que vibren un poco. Me levanto y voy directa al baño. Me miro en el espejo, y me quedo pensando en cómo sería si pudiese llevar colores. En primavera hay flores alrededor del edificio. Nunca me he preguntado a qué viene ese odio a los colores de quienquiera que nos metió en éste sitio. Pero, es mejor no pensarlo. Aunque... ¿qué harán los mayores de edad? ¿A dónde les llevan cuando salen de aquí? ¿Habrá más gente ahí fuera?

Todas éstas preguntas inundaron mi cabeza. Quería respuestas.

Me cambié de ropa, y esperé unos minutos a que abrieran la puerta de la habitación. Cada puerta tenía un dispositivo de seguridad que hacía que las puertas no se pudieran abrir durante las noches. Para evitar que alguien se escapara. Era absurdo, es decir, ¿cómo van a salir si les han comido el cerebro con que hay monstruos fuera del recinto? Soy la única que no se cree nada de lo que Ellos dicen.

Sonó un pitido metálico lo que me hizo poder abrir la puerta. Salí al pasillo abarrotado de gente dirigiéndose al comedor.

Me encontré con Amanda. Amanda era una chica de la misma edad que yo. Al parecer nos trajeron el mismo día a las dos, y desde entonces nos hemos hecho buenas amigas. Amanda era muy conservadora, como yo, así que ella me entendía bastante bien. Bueno, ella nunca entendía que estuviera en contra de las normas, lo que a mí me parece bastante lógico ya que estamos encerrados en medio de la nada sin saber nada del mundo que nos rodea. Pero ella, ni ninguno de aquí no lo entiende.

-Hola. - Me saludó ella con su sonrisa blanca.

-Hola. - Dije yo imitando su gesto.

-¿Qué tal? - Preguntó mientras nos dirigíamos a las mesas.

-Bien, supongo. ¿Tú? - Pregunté.

-Genial. - Dijo sonriente.

-Como siempre. - Dije riendo.

-Sí, básicamente. - Me imitó.

Estuvimos hablando un rato más hasta que nos sirvieron el desayuno. Leche caliente con tostadas, igual que siempre. Se me quitó el apetito a los tres mordiscos, estaba harta de la rutina. Siempre hacíamos lo mismo.

Después de desayunar nos íbamos a clases. Nosotros no decidíamos qué estudiar. Todos, absolutamente todos estudiábamos medicina. Pero ellos nos observaban y decidían en que nos tendríamos que especializar. A mí me especializaron en cardiología, pero a Amanda la especializaron en neurología, por lo que no estábamos juntas en las clases. Pero mi duda era, ¿por qué estábamos estudiando todo esto si ni siquiera íbamos a salir de aquí?

Sacudí la cabeza para eliminar esos pensamientos y entré a la clase de cardiología que me tocaba. Me senté en el mismo sitio de siempre. La clase transcurrió rápido, eran dos horas de clase todas las mñanas, y una por la tarde. Se hacían menos pesadas al estar separadas.

Me fui a buscar a Amanda a su clase, que estaba a unos diez minutos de la mía, ya que siempre salía algo más tarde.

-Hola.- Dije cuando la ví salir de su clase.

-Sia, hola.- Dijo sonriente.- ¿Qué tal cardiología?

-Igual que siempre, ¿y tú qué tal?- Dije mientras caminábamos por los largos pasillos.

-Bien, como siempre. - Dijo. Siempre era optimista, hasta cuando desapareció... quizá debería dejar de pensar en ello.

Caminamos un poco por los pasillos, eso me relajaba bastante no sé por qué. Puede que sea algo nerviosa, sí.

El día se pasó algo rápido, supongo. Después de estar paseando y hablando con Amanda por no sé cuánto tiempo, era hora de comer así que nos dirigimos al comedor. Nos sentamos en la misma mesa de siempre mientras charlábamos de nuestro futuro, si es que había alguno.

Después volví a clase. No eramos muchos, cino para ser exactos. Y entre ellos siempre he destacado yo, al menos es lo que me decía el maestro Charles. Era uno de Ellos, pero era diferente, era agradable. Era mediquero, siempre nos contaba las cosas que pasan en el otro pabellón.

El otro pabellón, donde viven Ellos.  Nunca nadie les ha puesto nombre, más bien porque no saben cómo llamarlos. Ellos son los hombres vestidos con trajes de hierro blanco. Tienen todo el cuerpo tapado. Se les podría llamar policías. Nos controlan. Pero no todos son iguales. Los profesores también forman parte de Ellos, pero son agradables. No te controlan, sino que te intentan ayudar.

Pero bueno, el caso es que después de las clases fui al patio principal, dónde nos dejan salir una hora al día. Como siempre salgo de las primeras. Siempre hay unos 'guardias' que vigilan que no nos escapamos. Yo, como siempre, me voy a la parte trasera, donde no suele haber nadie, ni siquiera guardias. Lo que agradezco. En una esquina, la valla está rota por la parte más baja de está, totalmente suelta dejando un pequeño agujero por el que entro perfectamente. Al ser verano todo lo facilita, ya que no llueve ni hace frío.

Me muevo sigilosa y con bastante facilidad por el agujero y salgo. Me meto en el bosque denso y voy al mismo sitio de siempre, un árbol diferente a los demás porque tiene pequeños frutos que por miedo nunca he probado. Me arrodillo junto al tronco y remuevo algunos hierbajos para sacar de entre ellos una caja metálica algo oxidada. La abro y saco un diario. Lo encontré en mi habitación, a los 5 años de llegar. Estaba debajo de un trozo de madera del suelo colocada estratégicamente vertical. Lo saqué lo antes posible, ya que cambiaron el suelo por unos paneles metálicos, fríos.

Era un diario de una chica que decidió escribir sus memorias, su día a día. Desde que lo encontré siempre iba a ese árbol. Lo había leído tantas veces... pero me daba igual porque me hacía sentir bien. Ella tampoco estaba de acuerdo con las normas, igual que yo. Eso me reconfortaba.

Antes de que fuera tarde guardé el diario y volví dentro del complejo. El patio, al ser bastante grande, siempre le decía a Amanda que estaba paseando. Ella seimpre me creía.

El resto del día fue algo aburrido para mi gusto, pero ya estaba acostumbrada.

1 de julio, cada vez menos para que alguien desaparezca. El miedo invadía mi cuerpo y se tensaba cada vez que lo pensaba.

Invencible- Bradley Simpson ciencia ficción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora