Aún cuando ambos no quisiéramos admitirlo, la relación entre ambos quedó en un limbo entre tensión y comprensión, con ello, los chistes no son parte de nuestra "amistad" y mucho menos lo es el contacto, fue como un trato tácito.

—Eres un idiota, no necesito un permiso—bufo molesta—, Jungkook sabe de tus absurdas excusas para verme, además, el compromiso lo volvió más seguro de lo que sea que planeas—comprobando mis palabras, su vista viaja a mi dedo anular donde un bonito anillo lo adornaba.

Aquello no era como planeaba que lo supiera, pero había llegado un momento donde todo este juego empezaba a cansarme.

—Lo siento Taehyung.

—Vete.

Muerdo mi labio con fuerza, y dudando de mis movimientos, me acerco lo suficiente para rodear con mis brazos su torso. Tomando una respiración profunda, me regresa el abrazo con fuerza.

La esperanza de que regresar con él nunca se perdió entre el montón de trabajo, pero al final, Taehyung comprendió que un nosotros no compaginaba más.

Besando su mejilla, me separo de su cuerpo para caminar hacia la puerta, pero incluso antes de que pueda tocar la perilla, me vuelvo hacia él:—Iré contigo, solo por esta vez.

Salgo tan rápido como puedo, despidiendome de su secretaria, tomo el elevador para por fin irme al departamento.  Unas cuantas personas me saludan antes de salir del edificio, y sintiéndome un poco más relajada, tomo mi celular que se encontraba en el bolsillo trasero de mi pantalón.

—Odio esos pantalones—la molestia fingida me toma por sorpresa, pero incluso antes de que pueda asimilarlo, una pequeña voz le sigue.

—Bae Bae, mi hermano me compro un libro—tomada de la mano, Mae alza un libro en una dirección opuesta en la que me encuentro. Río ante la confusión, y apartando a un Jungkook molesto por la ropa que llevo, cargo a su hermana.

—Es hermoso, cariño—beso la suave piel de su mejilla—, al rato podemos leerlo—asintiendo con euforia, recarga su cabeza en mi hombro.

—Su maestra la felicito—anuncia a mi lado el castaño, tomando mi mano libre, entrelaza nuestros dedos—, me dijo que aprende rápido.

Aliviada, acomodo mejor el cuerpo de Mae, quien empezaba a quedarse dormida. Hace unas semanas Jungkook me compartió su idea de llevarla a una escuela especial, si bien a ambos nos cubrió el pavor de dejarla en un lugar extraño, la mujer encargada del lugar nos aseguró que todo iría bien, y que al ser padres primerizos era normal tener miedo. Era tan frecuente ser llamada mamá que ya no creaba miedo, en lo absoluto.

—Le compraré ropa.

—Joder, le compras demasiada ropa, su ropero parece vomitar prendas.

—Podría decir lo mismo, esto no es una competencia de quién le compra más, eres un maldito celoso—riendo ante la verdad, Jungkook aprieta mi mano.

—Solo trato de ser justo en esta familia.

—Eres un acaparador, incluso con tus alumnas—encogiéndose de hombros, me incita a caminar. El ruido de la ciudad era totalmente estridente que me sorprendía que Mae pudiera dormir.

Si hace tan solo meses atrás me hubieran dicho que Jungkook se convertiría en profesor me hubiera reído, sin embargo, quiero destacar lo caliente que se veía con la ropa formal algo pegada. No era de extrañar que algunas alumnas estuvieran detrás de él. Incluso fue divertido el manoseo que tuve con él en su salón de clase cuando ésta acabó.

Minutos después, entre bromas pesadas y silencios cómodos, nos adentramos al espacioso departamento que compartimos. Si bien nuestro primer departamento era perfecto para los tres, cuando Jungkook encontró un trabajo estable como profesor después de graduarse, nos mudamos a uno mucho más grande.

Jungkook era la clase de hombre que amaba gastar su dinero en cosas que disfrutáramos los tres, en mimar a su pequeña hermana y darle todo lo que antes la limitaba.

Tomando a Mae de mis brazos, el castaño se pierde en uno de los cuartos y vuelve está vez con los brazos vacíos. Aflojando su corbata, desabrocha los primeros botones de su pulcra camisa a la vez que camina hasta a mí.

Sonriendo con diversión y algo más que a simple juego, rodea mi cintura para pegarme a su torso:—Tu y yo teníamos unos cuantos asuntos.

—¿Ah, sí?—murmuro sin aliento, sintiendo mis labios secos, paso mi lengua sobre ellos.

—Recuerdo la palabra recompensa—acusa, y agachándose lo suficiente, besa la comisura de mis labios de manera lenta y húmeda. Haciéndome retroceder, pega mi espalda a la pared más cerca, y apoyándose en ella, toma mis piernas para obligarlas a enredarse en su cuerpo—, soy un hombre que no deja pasar esa clase de comentarios, bebé.

Tomando por fin mis labios, los chupa y muerde a su antojo, saboreándolos gustoso y con necesidad, mueve una de sus manos hasta el dobladillo de mi camisa corta, dejando que las yemas de sus dedos exploren la piel tersa, se detienen hasta el límite de mi sostén.

—Jeon—tomando el jadeo como aprobación, aparta una de las copas para tomar uno de mis pechos entre su grande mano. Permitiéndome ser ruidosa, gimo entre sus labios a la vez que tomo entre mis dedos mechones de su largo cabello. Sintiendo las suaves caricias en esa parte de mi cuerpo, me muevo contra él, dándole permiso a que continúe.

Tener sexo con Jungkook era diferente, de una manera en el que la palabra intensa ocupa la descripción, haciéndome sentir ansiosa y desesperada por sus toques. Los besos, jodidamente los besos era una de las cosas que empezaba amar, la sensación placentera de sentir sus suaves labios moviéndose con lentitud sobre los míos, siendo su lengua el estelar de toda la obra. Las cosas que podía a hacer con su lengua podía ser la gloria, podía confirmarlo, al igual que lo delicioso que era sentirlo moverse contra mí, con dureza y otra tantas con amor. Ama como tomaba el control pero sin duda su momento favorito era cuando yo lo tomaba con esa sed de probarlo todo, de manera ambiciosa y sinvergüenza.

—¿Qué quiere que haga, señora Jeon?—jadeando ante lo último, lo miro con los ojos abiertos. Las cosquillas en mi estómago ante el término utilizado era mayor al nudo que empezaba a formarse en mi garganta. Sonriendo con emoción no expresada, peino con esmero su suave cabello, quitándole unos cuantos mechones de su rostro.

—Podría empezar con llevarme a la cama—apremiandome con un beso duro, refuerza su agarre para así poder caminar en dirección a nuestra habitación.

Tal vez fue un juego donde el cliché se arruinaba, y las segundas direcciones tomaban el control. Pude no perder contra Taehyung, pero ahora, estoy completamente pérdida por Jeon Jungkook.

Friendship rules | kth,jjk (Rules #1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt