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18.05.2020

Abrazo mis rodillas.
No paran de gotear.
Amparando mi propia miseria
en un rincón de las cuatro paredes
que rodean este vago
ornamento de carne que llevo encima.

Perdiendo el poco aire que se adentra en mi pecho.
Observo como los trozos de lo que soy
se fermentan en vida
con las propias lágrimas que me ahogan

Y podría cerrar el grifo.
Pero creo que mi alma se desgarra.
Si es mi única opción para poder volar,
entonces sólo puedo esperar sosiego
el agua llegando a mis pulmones
hasta acabar conmigo.

Es un infierno
del que no puedo escapar,
y de intentarlo,
sólo provocaría más derrumbes.

Y es que ninguno es lo suficientemente fuerte
como para demoler todos esos demonios
que se acaparan detrás de mis pesados ojos.
Ellos sólo crean paradojas singulares
para despojarme de la realidad.

Esa cuerda me llama
y promete una salida.

No veo porqué no,
si es lo único que no siembra falsas esperanzas
de un estío lejano que no puedo poseer.


Y pido ayuda a gritos,
pero sólo ven arte
en las paredes bañadas en mi propia sangre.

Reflejo mis penurias en letras invisibles
y emancipo mi suicidio,
p

ero sólo escucho aplausos

felicitando mi derrame.

¿Es que nadie puede verlo?

No busco críticas a mis líricos de desahogo,
busco una mano que pueda salvarme.

Líricos de un adolescente deprimidoWhere stories live. Discover now