De pájaros raros

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El pájaro dormido es uno de esos animales en los que no te fijas. Ni si vas tranquilo, ni si vas deprisa. Tan solo un pequeño pichón de cuya carne se olvidarían los perros de caza. Ni siquiera su asesino acudiría a recogerle para llevarle a su nuevo hogar. Sería un gasto inútil de calorías.
Pero el pájaro dormido es muy complejo. También muy interesante, a su manera. Es una de esas aves que los científicos cogerían para analizar una extraña mutación en el genoma de los Passer domesticus, si la lograran atrapar. Es un animal vertebrado, con corazón, con pulmones, y con esas extrañas armas a las que llaman alas. Sí, las alas que han cautivado a tantos hombres con su ilusión de libertad.
La complejidad del pájaro dormido reside en la composición de sus huesos. No tienen tuétano ni tejido óseo. Aunque tampoco están huecos, como los de los demás pájaros. Simplemente es que están hechos de hierro.
Nadie sabe por qué nació así este joven espécimen. Sus padres eran dos miembros normales de la bandada de gorriones de Ciudad. Ellos se amaban y estaban todo el día dándose picos. Él lo recuerda. Lo que no recuerda es porque lo recordó. Tal vez porque el cielo estaba ya preparando su tortura. Cada vez que piensa en ellos, siente envidia. Y náuseas.
Y huesos.
Siempre huesos. Los huesos no le dejan volar. Las alas del pájaro dormido son como brazos, y a los gorriones no le gustan los brazos. Ni a la mayoría de las aves, en realidad. Solo a los buitres, porque les encanta comerlos.
De noche, el pájaro dormido solía soñar con ser pasto de los buitres. No eran sus pesadillas. Eran sus sueños.

Las huellas de los pájarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora