17. Anónimos, curiosidad.

8.7K 484 27
                                    

Capítulo Diecisiete.

Anónimos, curiosidad.

Mia Hobbs.

Me encuentro acostada en el sofá de la sala, ayer después de comernos el helado no tuve ganas de hacer más nada así que decidí venirme a la casa y desde entonces no he salido. Los chicos me invitaron para ir al parque, pero no quise, ya que ayer cuando íbamos caminos a la heladería sentí la extraña sensación que alguien me observaba, como si me estuvieran vigilando, me coloque tan nerviosa que casi obligue a Carlos a acompañarme y a irse a las doce de la noche, y eso porque me quede dormida.

Luego tuve tanta ansiedad de llamar a Alex, pero de nuevo me gano el orgullo y hasta elimine su número. Decirte que todavía no tengo miedo y pavor seria una mentira, porque tengo las ventanas, puertas, ventanillas cerradas con llave y no pienso abrirlas.

Escucho como tocan la puerta y me levanto de golpe, después de unos segundos veo como pasan por debajo de la puerta una pequeña nota, dudo un poco pero luego corro a agarrarla.

Si estuviera en nuestro mundo, ¿A quien eliminarías? ¿A la chica? O ¿A Alex?. Quisiera saber tu respuesta, así que llama al número que de encuentra en la parte de abajo.

Me siento en el piso y volteo la pequeña nota leyendo el número ya mencionado. No se si debería llamar, o si debería asustarme mucho más, pero a todo esto, tengo demasiada curiosidad. Agarro el teléfono de la casa y marco número por número hasta llegar al ultimo.

Mi mamá siempre me decía que mi curiosidad iba a ser mi perdición.

—¿Alo?, — pregunto apenas contentan teniendo el teléfono en mi oído.

Ríe la misma voz de la otra vez, — Eres muy curiosa, cachorrita, así me gustas más.

—Eh… ¿Para qué me buscas?, — pregunto al final intentando sonar fría.

Ríe, — Yo no te busque, — se queda callado y lo escuchó bufar a lo lejos, — sí tienes tanta curiosidad de saber quien soy porque no vienes a donde estoy.

Su respuesta me ha dejado confusa, — ¿Cómo así?

Ríe, — En la pequeña nota alado del numero esta la ubicación, así me decís a quien eliminas. — grita a lo lejos pero no logro escuchar yo aún sigo sin habla, — ¿Te atreves? ¿Oh no?

¡Niegalo! ¡No aceptes!

Rió en su mismo tono, — Eso lo sabrás si llego.

Vuelve a reír haciéndome estremecer, — Tengo tantas ganas de conocerte, cachorrita, te estaré esperando, — sin más cuelga y me acuesto en el suelo agarrando mi pecho.

Definitivamente no iré, no puedo ir a un lugar buscando un peligro. No soy la estúpida protagonista de la película de terror que va en busca de su muerte, yo no, yo me tengo que alejar, irme lejos, hacer caso omiso a todas esas notas, llamadas o cualquier cosa que me pase. Llevaré una vida normal como la que tenia antes.

Antes estabas engañada, estabas conviviendo con unos mafiosos que no sabías que eran.

Buh, cállate, no me ayudas. Ya esta dicho, no voy a ir, punto; tal vez debería ver una película olvidarme de todo, porque no puedo, no debo y no quiero meterme en más problemas, no conozco al chico que llama y eso puede ser peligroso. No voy a ir, no, punto.

-

Enserio que oído mi maldita curiosidad, estoy empezando a creer que lo que decía mi madre era cierto. Desde niña siempre he sido curiosa, tal vez debería irme, pero, ¿Qué pasaría si luego me arrepintiera de no haber venido?

Estas cometiendo un error.

Huye, vete mientras puedas.

Da marcha atrás, no sigas caminando.

No seas estúpida, ¡Escucha a tu puta conciencia!.

¡No estamos en un película!

¡No hay ningún príncipe que te salve!.

¡Maldición, escucha, no seas terca!.

—Mamacita, ¿estas perdida? ¿Quieres que te acompañe, bebé?, — un hombre completamente desconocido y con un porte de calle me sisea y me alejo un poco asustada.

¡No deberías estar allí!

Estoy en un lugar de mala muerte con varías personas las cuales me miran de una manera extraña y uno que otro hombre que me comen y desnudan con la mirada. Me estremezco abrazándome a mi misma mientras doy pasos rápidos, un grupo de chicos se intentan a acercar a mi y apresuro un poco más el paso.

Ríen, — No huyas, mamacita, nos divertiremos un buen rato.

—Sera muy divertido.

Uno me agarra del brazo y me suelto de una manera brusca intentando correr, — Déjeme, no se me acerquen.

De un momento a otro siento un jalón de uno de los chicos y me baten bruscamente contra una pared, gimo de dolor, los otros chicos hacen un círculo mientras uno de los chicos se me acerca y pasa su mano por mi pierna y se la quito.

—Mas te vale cooperar, sino te va a doler mucho más, — su voz en fría y asquerosa, mis manos tiemblan y mi pecho esta agitado.

Tengo mucho miedo, no se que carajo hacer. No debí venir, ¡Mierda! No se porque siempre termino en situaciones como estas, de verdad necesito pensar bien las cosas antes de hacerlas.

—No te me acerques, —digo dudosa y el ríe acercándose más.

Intenta desabrochar mi falda y le agarró la mano forcejeando su agarre, su otra mano se mete por debajo de mi camisa tocando mi abdomen y me asustó mucho más entrando en crisis. Intento alejarme y cuando intenta besarme le escupo la cara.

—¡Te dije que no te me acercaras, asqueroso degenerado!, — sin más lo pateó en la entrepierna aprovechando lo empujó y pegó a correr mientras los otros me persiguen.

Un carro negro se atraviesa impidiéndome el camino para salir de ese barrio, cuatro hombres se bajan encapuchados y uno de ellos me agarra y me empieza a jalar pero sigo forcejeando. Cinco disparos, ahogó un grito y volteo hacia atrás, los chicos que me persiguieron están tirados en el pavimento bañados de sangre.

—¡Dejame! ¡Dejame! ¡No me hagas nada!, — mi desespero es demasiado grande y solo sigo forcejeando aún sabiendo que el es más fuerte que yo.

—¡shhh, te conviene ceder!, — sus palabras me desesperan más y solo logro hipervertilarme aún más.

Mis manos intentando quitar las suyas en una acción inútil es un fracaso, su agarre se vuelve mas fuerte y coloca en mi nariz un pañuelo blanco que trae un fuerte olor, me empiezo a marear y en cuestión de segundo ya no tengo control de mi.

Este me carga llevándome en su hombro casi incociente, mis labios están fríos y mis manos tiemblan, mi corazón esta agitado, ya no se que hacer… solo quiero irme de aquí.

—por favor…

Es lo único que logro articular para luego caer en un profundo sueño. Somos nuestros propios verdugos a la hora de tomar decisiones, al final en nuestra culpa, porque solo nosotros decidimos que hacer.

Tú eres mía, princesa© (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora