—Los extrañé a los dos, mucho, mucho.

Colin me sonríe y Corey se sonroja, me quiero morir de la ternura. No se van hasta que me dan un abrazo y me hacen prometer que iré a platicar con ellos más tarde, pues quieren contarme sobre sus calificaciones y nuevos amigos. Corey se demora más que su hermano, deja un beso en mi mejilla y me da una mirada tímida antes de correr.

Row resopla a mi lado y se ríe.

La siguiente en venir es Sallie, se tan cohibida como siempre, pero me sonríe enseñando todos sus dientes cuando abro mis brazos. Ella casi no pesa nada, así que puedo levantarla un poco y dar un giro, se ríe.

—Te extrañamos, Mérida.

—Y yo a ustedes.

Da un paso atrás y mira a Demetria, quien se aproxima con la cabeza gacha y los hombros hundidos, se ve triste. Al mirarme veo sus ojos rojos, ha llorado, debería de estar contenta porque su amigo ha vuelto.

Mac me contó que pediría el traslado de Henry, por lo que Sara me comentó ayer él ya está de regreso. No me extraña que no esté aquí, esperaba su molestia, ya encontraré el momento para hablar con él.

Demetria suspira.

—Lo siento tanto, Giselle —dice y empieza a llorar—. Lamento haber dicho esas cosas.

Me apresuro a sostenerla abrazándola porque creo que caerá, ella se aferra a mí. Solloza muy fuerte.

—Acepto tus disculpas, Dems, no estoy enojada, estaba preocupada por haberlos decepcionado, ustedes son importantes para mí.

—Tú también eres importante para mí —susurra entre gimoteos.

Espero a que se tranquilice, cuando lo hace las conduzco a una banca. Row asiente antes de trotar hacia la cafetería. Estoy entre las dos, Sallie deja caer su cabeza en mi brazo, Demetria se truena los dedos, estiro mi mano para capturar la suya y darle un apretón.

—¿En dónde estabas? —pregunta Sallie—. El príncipe dijo que tenías algunos problemas.

Demetria le lanza una mirada de reproche, hace que Sallie aplane los labios.

—¿Quién es el príncipe?

—Tu amigo —responde.

Me muerdo el labio para no sonreír con ganas, está hablando de Row.

—Bueno, el príncipe tenía razón —digo y suspiro—. Les contaré algo.

—Sí, nos gustan las historias.

Demetria se queda callada, pero sé que me está escuchando porque me mira de reojo.

—No es un cuento de hadas —aclaro, pues no quiero crear expectativas—. Yo me parezco mucho a ustedes. Mis padres murieron y me quedé sola, así que tuve que vivir con otras personas.

—¿En Bridgeton?

Niego con la cabeza.

—No, Bridgeton es un hogar hermoso y todos los niños como nosotros deberían de encontrar un lugar como este, a mí me lastimaron, había gente malvada que me hizo mucho daño. Yo estaba muy triste y hacía cosas malas.

No puedo llenar los pensamientos de estas niñas con todo lo malo que viví, así que intento explicarles de la manera más sencilla y adornada posible.

—¿Por qué estabas triste?

—Porque sentía un gran hueco en mi corazón —susurro—. Creía que no podía amar a las personas y que nadie podía amarme, eso provocó que me alejara de mis amigos, de mi familia y de todos los que me aman.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora