Capítulo 6: Caballo de Troya.

62 10 5
                                    


Segnini

Mi humor va de mal en peor. Y no ayuda para nada que dos de mis más importantes hombres estén envueltos en peleas de discotecas. Tomo una respiración profunda y me preparo mentalmente en cuanto veo a Carucci y a Dan entrar al pent-house. Ricky lleva la camisa chispeada de sangre. Y Dan lleva un par de golpes en la cara y los nudillos destrozados.

—Tranquilo, el otro quedo peor —Me dice guiñándome un ojo en cuanto nota que lo miro. Idiota.

—No le veo la gracia a esto —Murmuro.

—¿Ah no? Carajo. Esto sí que es una novedad —Dan aplaude, burlándose.

—Búrlate todo lo que quieras, imbécil. Pero sabes que tengo razón — Sirvo tres vasos de whiskey seco y les ofrezco —Ahora, ¿Qué carajos pasó?

—Manuel. Eso pasó. Aún no me explico cómo carajos se las apaña para entrar al Bur-Karaoke. Y además, cada vez que tiene dos o tres tragos encima, busca la forma de que lo mate.

—Algún día le cumpliremos el deseo —Agrega Ricky —Pero, no con muchas personas viendo. Y no en el club que remodelamos.

—Esto no les compete a ustedes, ahora se creen sicarios ¿es eso? —Me cruzo de brazos viéndolos a ambos. Ricky no aparta la mirada de su móvil. Y Dan hace muecas mientras se examina los nudillos —¿Acaso son unos niños? Debo explicarles con puntos y palitos que Manuel es intocable, por ahora. Y que en tal caso que decida hacer algo, seré yo quien lo haga.

—Intocable mis huevos —Responde Dan —Hoy sí que lo toque, tanto que casi lo dejo sin mandíbula. Así que, no me jodas Segnini.

—A ver, niños. Pertenece a la banda aún, los malditos gatos. Que les recuerdo, no solo tienen trato con nosotros sino que también son parte fundamental de nuestra pirámide. Además, no es necesario que les explique que ellos sí que no dudarían en matarlos a ustedes ¿cierto? Sin importarles un carajo el tratado...

—¿Si ellos no lo respetan porque nosotros si debemos hacerlo? —Reclama Dan —Pensé que eras el todopoderoso de esta ciudad. Y mírate, temiéndole a unos malditos gatos.

—Cuida tus palabras Dante —Aprieto mi mandíbula y me sirvo otro trago. Mi paciencia se está agotando —Tomate el día de mañana. Necesitas descansar y aclarar tu mente. Y tu Carucci. Tenemos asuntos pendientes.

—¿El pedido de Laura está aquí? —Pregunta. Y casi puedo ver sus ojos brillar. Maricón de mierda.

—No. Ricardo. El pedido que hizo Franco para su novia Laura, aún no llega ¿algo más?

—Sí, vete a la mierda —Responde y yo me levanto como un resorte.

—¿Me llevaras tú? —Le grito a centímetros de su cara. Me fulmina con la mirada y luego se levanta.

—Me voy. Resolveremos esos asuntos mañana.

—Si lárgate.

Carucci se va, tecleando en su celular. Lo miro mal hasta que lo veo desaparecer en el ascensor. Imbécil. Estoy rodeado de puros imbéciles.

—Pobre. Cree que por ayudarte con el regalo de cumpleaños de Laura de alguna forma obtendrá puntos con ella. Está en menos cero.

—No tiene ninguna posibilidad. No entiendo porque se sigue esforzando la verdad —Me siento en el sofá y miro a Dan —¿Todo bien?

—Sí, solo tengo muchas ganas de matar a ese infeliz. Pero fuera de eso... —Se encoje de hombros —¿Y tú?

—Súper. Acabo de desmantelar otra entrega. Ya con esta son seis este año. Mi padre está por ahorcarse con sus costosas corbatas — Enciendo un cigarrillo y cruzo mis piernas, Dan me observa y le ofrezco uno.

AnabellaWhere stories live. Discover now