4. ¿A donde vamos ahora?

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Siempre me sentía feliz cuando estaba con los chicos. Y aunque mi padre no me dejó estudiar con ellos, yo seguía feliz porque aunque no estuviera tanto con ellos, al menos no como quisiera, nuestra amistad era lo más importante para mí. Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles como parecían. Aunque estaba mejorando, todavía luchaba con mi ansiedad en lugares con mucha gente y el temor de que descubrieran quién era en realidad. A pesar de no conocer completamente mi historia, los chicos siempre me brindaron su apoyo en todo lo que podían. ¿Qué más podía pedir? Cada vez me sentía más completa gracias a ellos.
O eso parecía... Hasta que mi padre, después de actuar de forma extraña durante meses, me citó para tener una "charla" o algo parecido. Su semblante era serio y yo no tenía idea de lo que podría ser. Me senté junto a él en la sala de nuestra casa, esperando que todo estuviera en orden..

Sabía que mi padre estaba hablando, pero sus palabras se desvanecían en el aire, sin tener ningún significado para mí. Mi cerebro parecía resistirse a escuchar cualquier cosa que dijera.

—і_______! —, exclamó molesto, poniendo sus manos en su frente. Su pierna izquierda no dejaba de moverse, mostrando la desesperación que sentía en ese momento.

—¿Ah? —fue lo único que pude articular. Me encontraba en un trance, incapaz de explicar lo que estaba pasando dentro de mi.

—Cariño, ya lo repetí mil veces—, dijo frustrado.

—Es que no escuche, disculpa.

—Lo lamento, sé que es duro. Sé que has progresado mucho aquí y créeme, eso me hace más feliz, pero ya no podemos quedarnos aquí— mencionó con pesar. Fue en ese momento cuando comprendí que lo que tanto mi cerebro rechaza escuchar se haría realidad. Nos íbamos de nuevo.

—Yo... nosotros... ¿de nuevo?— balbuceé sin saber exactamente qué estaba diciendo. El shock era tan grande que parecía que volvería a caer en un profundo hoyo de desesperación.

—Ojalá pudiera dejarte aquí para que siguieras mejorando—, dijo con la cabeza agachada.

—Déjame—, grité sin pensar. —Déjame quedarme, puedo quedarme con los chicos o con algún guardaespaldas. Por favor, déjame— supliqué desesperadamente, al borde de las lágrimas.

—Cariño—dijo mientras tomaba mis manos, demostrando lo conmovido que estaba. Sus dedos apretaron suavemente los míos—. Tienes 12 años, no puedo hacer eso. No puedo permitir que nada malo te pase... eres lo único que tengo— sus palabras se entrecortan mientras una lágrima resbala por su mejilla.

—Yo...—Tragué saliva y con mis ojos húmedos por la resignación y el enojo, volví a ver hacia arriba tratando de contener las lágrimas. Mi corazón se sentía pesado, como si estuviera cargando el peso del mundo sobre mis débiles hombros. Sin embargo solo suspiré—... Entiendo—, dije en un tono casi inexpresivo, evitando que mi voz traicionara la mezcla de tristeza y rabia que sentía.

—¿En serio?—, dijo sorprendido por mi aparente entereza. Rápidamente, volteó su rostro hacia el mío y una sonrisa leve pero sincera se dibujó en su rostro, aún con lágrimas en los ojos. —Eres una niña muy fuerte y valiente— me abrazó— Gracias por hacer esto más fácil— me tomó las mejillas con suavidad y delicadeza, acariciando con un gesto tierno. Aunque sus ojos estaban empañados por lágrimas, depositó un dulce beso en mi frente, como una muestra de su apoyo y cariño incondicional.

A pesar de que me esforzaba por mantener la calma y no mostrar mi enfado, no podía evitar sentir una irritación profunda. Era consciente de que la pérdida de mi mamá había sido difícil para los dos, pero me dolía que él no pudiera comprender la complejidad de mis emociones. Sin embargo, sabía que debía mantenerme serena. No quería complicar aún más su vida, por lo que me reprimí y elegí el silencio. A pesar de mi frustración, continué cumpliendo con las expectativas y siendo la "niña perfecta".

𝓶𝒆𝓳𝓸𝓻𝒆𝓼 𝓺𝓾𝒆 𝓵𝓪𝓼 𝒇𝓵𝓸𝓻𝒆𝓼 🥀 T/N en Boys Over FlowersWhere stories live. Discover now