Capítulo 5: "Vamonos"

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–He hablado con Anne –Le dijo su madre.

Había pasado una semana donde Louis no había dormido absolutamente nada. Necesitaba que Harry le cantara. Esa era la única forma que tenía para el poder dormir. Pero ya no tenía a su ángel para que le cantara.

–¿Y qué te dijo? –Pregunto con un rayo de esperanza Louis.

Jay suspiro. No era fácil decirle eso a su hijo. No sabiendo cuanto quería a su mejor amigo. Seguramente esa sería otra noche donde no dormiría.

–Veras, cariño –se sentó en la cama junto a él–, Anne no quiere que su hijo sea diferente.

–¿Qué es diferente, mami? –Jay sabía que su hijo siempre había mostrado preferencia por los chicos que por las niñas, y aun así ella lo amaba con todo su corazón.

–Alguien especial, mi amor –explico–. Es por eso que ella le ha prohibido a Harry que se junte contigo.

–¿Entonces Harry si me quiere?

–Por supuesto mi vida. Él te quiere mucho.

Louis sonrió de oreja a oreja. Harry lo quería y ya no le importaba nada más. Se despidió de su madre diciéndole que haría todo lo posible por dormir. Jay sonrió. Se despidió dándole un beso en la frente a Louis y diciéndole que tuviera bonitos sueños. Este asintió en forma de aprobación.

Apenas su madre abandono el cuarto se levantó corriendo de la cama. Había tomado una decisión, aunque eso le trajera las mayores consecuencias del mundo pero era un niño ¿Qué iba a saber el que eso le traería consecuencias?

Se alisto lo más rápido que pudo. Agarro una mochila y metió ropa en ella. Escribió una nota a su madre indicándole que todo estaría bien.

Camino por toda la casa, hasta que llego a la sala. Agarro un poco del dinero que sabía que su madre guardaba en una de las gavetas.

La puerta estaba perfectamente cerrada. Gruño. Subió de nuevo a su habitación y salió por la ventana sin que ningún vecino lo viera. ¿Y es que quien lo iba a ver a esas horas de la noche?

Camino hasta la casa de alado donde vivía Harry. Trepo por un árbol que se encontraba allí mismo y se adentró a la habitación del pequeño de igual manera que él había salido de la suya. Por la ventana.

Vio como el cuerpo de su mejor amigo estaba entre las sabanas perfectamente enrollado, con su cabello un poco revuelto. Una imagen realmente tierna.

–¡Harry! ¡Harry! –lo movió por el hombro varias veces en susurros para que su amigo despertara.

–¿Lou? –pregunto con la voz un poco ronca a causa del sueño. Se restregó sus ojos con los puños cerrados mientras parpadeaba varias veces y no caer rendido de nuevo–. ¿Qué hace aquí, Lou?

–Vengo por ti, Harry –lo abrazo fuertemente–. No hagas bulla. Te extrañe.

–Mi mami no me deja cantate, Lou, dijo que eso era malo. Me pego –empezó a sollozar tapándose la boca con ambas manos para que su madre no lo escuchara.

–Vente conmigo, Harry. Yo te cuidare. Yo nunca tendría el valor de pegarte.

El pequeño Harry asintió emocionado. Le indico al mayor donde estaba su bolso y ropa. El castaño metió todo rápidamente bajo la atenta mirada de su mejor amigo.

Agarro a Harry por la mano para ayudarlo a bajar por el árbol.

–Ya va –susurro el menor. Se desvolvió y agarro el oso. Ese oso que nunca dejaba.

Bajaron como pudieron y luego echaron a correr. Mientras sus madres dormían plácidamente sin saber que pasaba.

Llegaron a una estación de buses. Por suerte llegaron a tiempo, era el último que salía. Se subieron bajo la atenta mirada curiosa del chofer.

Se bajaron en una estación. No sabían dónde estaban. Ni mucho menos como regresar. Empezaron a caminar, Louis llevaba a Harry agarrado de la mano mientras cargaba con los bolsos sobre sus hombros. El pequeño con el brazo desocupado abrazaba fuertemente a su osito de peluche.

–¿Dónde domidemos, Lou? –pregunto.

–Aquí –señalo una plaza con unos cuantos bancos vacíos–. Ya mañana buscare un lugar mejor.

Louis dejo los bolsos a un lado mientras se sentaba y suspiraba, estaba realmente cansado. Sin contar la casi semana entera que llevaba sin dormir. Y cuando dormía era muy poco tiempo.

Se acostó mientras guiaba a Harry para que se acostara sobre su pecho. Los dos al ser solo unos niños cabían perfectamente en el banco.

–¿Me quieres cantar, Hazz?

–Sí, Lou.

Empezó a tararear la misma canción de siempre. Esa que hacía que el mayor se relajara. Luego de varios minutos ambos cayeron dormidos.

Y es que no sabían lo que les esperaba al día siguiente. ¿Porque ellos? Ellos estaban completamente perdidos.

Cántame {Larry Stylinson}Where stories live. Discover now