R. Barnes (Parte II.) (+18)

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Disclaimer: Los personajes que no reconozcan son de Marvel y Disney. La historia es mía. 

NOTA: Flashbacks en cursiva, negritas es ruso. Parte II de R. Barnes.

 Leningrado había cambiado mucho desde el día en que Natalia dejó la ciudad para irse detrás de James Buchanan Barnes. O quizá la que cambió era ella. Se limpió las lágrimas con furia mientras el avión aterrizaba. A pesar de que las tres hermanas Barnes le habían rogado que se quedara con ellas en Nueva York, Natalia Romanova Barnes no era tonta y sabía como la veían las demás mujeres de Brooklyn. Ella era una extranjera que no pertenecía a aquel lugar, las miradas de las mujeres se lo dejaban muy claro desde el momento en que llegó del brazo de James Buchanan Barnes.

Tanto Bucky como Steve se habían vuelto el orgullo de Brooklyn, los hijos pródigos de Nueva York que habían entregado todo por su patria. Natalia recordaba el día que salió a comprar al mercado de Brooklyn, por primera vez, como si fuera ayer.

—¿Estás segura de que no quieres que te acompañe, Natalia?

James se encontraba en la cama, desnudo, con la sabana dejando al descubierto su torso y lo demás a la imaginación. Desde que vivieron su luna de miel en Manhattan, Natalia había encontrado en James los placeres del sexo. Se había vuelto adicta a los besos y las caricias de ese hombre, se notaba que estaban enamorados, disfrutando de haber encontrado a su pareja ideal tan temprano en la vida pues Natalia apenas tenía 19 años, mientras que el sargento Barnes cumplía 25 años al momento de casarse. Desde que llegaron a Nueva York, James insistía en que debía acompañar a su esposa a todos lados, pero la joven había crecido en libertad no sentía que fuera necesario.

—No pasa nada porque vaya sola a comprar comida. Además, te irías de misión pronto y quiero consentirte.

—¿Cocinarás pastel de manzana?

—Lo que sea para alegrarte, mili moi.

—Me alegraría que te quedarás en la cama conmigo para hacerte el amor toda la mañana.

La pelirroja se ruborizó.

—James.

El sargento soltó una carcajada.

—Pero ya que no quieres, te esperaré aquí. Me quedaré solito, a ver si no se enfrían las cobijas.

—Eres un exagerado.

Salió de la recámara antes de que James pudiera contestar, apresurando el paso para ir al mercado. Caminaba por la hermosa ciudad, mientras tarareaba para si misma una canción de cuna rusa, que su padre solía entonar y ella usaba para salir a dar espectáculo en el circulo. Soltó un suspiro de exclamación, pesando en lo mucho que extrañaba algunas de las tradiciones de su natal Rusia. Entró al mercado, sosteniendo la canasta en un hombro, buscaba el puesto que vendiera las mejores manzanas cuando escuchó voces detrás de ella.

—Así que ella es la rusa...

—No pueden negar que es bonita.

—No me importa eso—la voz tenía un dejo de amargura—No sabemos que intenciones tiene aquí.

—Habla solo con la familia Barnes y los soldados.


—¿Y si es una espía?

—No lo dudaría en lo más mínimo.

Natalia se sentía humillada por lo que estaba escuchando. ¿Cómo osaban creer que ella era parte de la KGB? Ella nunca se uniría a las personas que se habían llevado a su madre, primero tendrían que matarla. Sabía que ella misma tenía la peor opinión de los rusos, pero no creía merecer tal tratamiento. Ella simplemente se mudó siguiendo al hombre que amaba. Respiró profundo varias veces y alzó el rostro, pensando que lo mejor era no hacer caso de aquellos comentarios, solo James, Steve y las chicas Barnes eran las personas por las que debía preocuparse.

Inverno Rojo || One shots BuckyNat / WinterWidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora