Capitulo 58: Ángel

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(Tyler)

Sentí que estaba sobre un malvavisco, era suave y al mismo tiempo mi cuerpo se acomodaba a la perfección. Pero eso no podía ser posible. Abrí los ojos de golpe y me quedé helado. ¿Mis ojos? En eso, mis oídos despertaron y pude escuchar el sonido del despertador a mi lado, pero no era el que comúnmente Haley había tenido todas estas semanas. No, ese sonido era el despertador que Roy me había dado para navidad meses atrás. ¿Podía ser posible?

Moví mi cabeza lentamente hacia los lados, y caí en la cuenta de que estaba acostado en mi cama con las sábanas puestas. Vestido solo con un bóxer y con un dolor de cabeza terrible. ¿Resaca? Quería moverme, poder asegurarme de que no se trataba de un sueño, pero estaba pasmado. No podía ni siquiera abrir la boca. Justo cuando el despertador iba a volver a sonar alguien entró en mi habitación.

—¡A despertarse, pequeñajo, hoy es tu gran partido!

Mierda. El sonido de la cuchara de palo golpeando la olla una y otra vez retumbaba en mi mente. Pero antes de ni siquiera poder asimilar por completo lo que estaba sucediendo sentí cómo James se me echaba encima. Sentí. No lo había traspasado. De inmediato llevé una de mis manos al cuerpo de James, exactamente en el brazo que intentaba sacudirme como si fuera una muñeca. Y lo toqué.

—¿Cómo te llamas?

Pasmado, no tenía ni idea de qué hacer ahora.

—¡¿Cómo te llamas?! —repitió.

—¿Tyler Ross? —tartamudeé sin poder salir de mi estupor.

James, que estaba encima de mí, frunció el ceño, sin quitarme los ojos. Él me veía. No podía ser. Unas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas al darme cuenta de que estaba vivo, que ya no era un maldito fantasma.

—¿Estás llorando?

Solté una carcajada, acompañada de un sollozo. No podía parar. Mientras, mi hermano salió de encima, comenzando a retroceder lentamente para salir de mi habitación. Me enderecé, observándolo con una sonrisa.

—He vuelto. ¡QUE HE VUELTO, JODER! —grité con todas mis fuerzas, para luego seguir llorando como un niño—. Estoy vivo, no puedo creerlo... —susurré, tocando las sábanas a mi alrededor, deleitándome con su tacto.

Y James, que estaba todavía ahí presente, seguía observándome horrorizado, y no dudé en echarme encima de él antes de que pudiera escapar, abrazándolo de inmediato, mientras que este en menos de un segundo me sacó de encima.

—¡MAAAAARK! ¡Ven ahora mismo! —gritó retomando su marcha atrás—. ¡Tyler se ha vuelto una nena! ¡UNA NENA, MARK! —yo, en cambio, volví a reír.

—¡Paren de jugar ambos y bajen ya! —gritó, seguramente desde la escalera.

Escuchar su voz me dejó helado. Mark estaba bien. Y ahí caí en la cuenta de algo. Ellos estaban actuando como si el hecho de que hubiera muerto y vuelto a la vida fuera lo más normal del mundo. Tomé mi celular, que estaba en la encimera, y al tenerlo entre mis manos torpemente intenté que se prendiera la pantalla. Y ahí lo vi. No había vuelto a la vida, había vuelto al día del accidente. El celular se cayó de mis manos, pero no me importó. Lauren estaba viva. George estaba vivo. Y aún más importante. Haley también lo estaba.

—Tyler, no sé qué mierda ingeriste ayer, pero no llegarás al instituto comportándote como una nena, porque sabes que tengo una reputación a la cual... —antes de que terminará me di la vuelta a su dirección, para abrazarlo de improvisto nuevamente.

—¡Te eché de menos!

—Que me sueltes, joder —me empujó nuevamente, y caí al suelo, golpeándome la cabeza en el escritorio, pero sinceramente no me importó. Volví a soltar una carcajada.

Mi Ángel Guardián II: La mentira mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora