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Cuando salimos de la habitación, ni siquiera bajamos las escaleras
antes de que Harry nos alcance.

—Kristina, necesito pedirte prestada a Pepper por unos minutos —
le dice—. ¿Podemos quedar contigo en alguna de las paradas del tour?

Kristina me lanza uno de sus gestos “Te lo dije” y se encoge de
hombros.

—De acuerdo —dice ella.

Intento protestar, pero Harry me está arrastrando por el pasillo hacia
su habitación antes de que pueda hablar.

Nunca lo había visto moverse tan rápido, ni tan eficientemente,
mientras empuja la tarjeta en la puerta y me lleva dentro detrás de él.

Una vez más, trato de protestar, pero él me interrumpe
enjaulándome contra la pared y aplastando sus labios contra los míos.

Y podría haber jurado que sólo hace un momento tuve muchas
cosas pasando por mi mente. Pero ahora mismo, con sus manos sobre
mi cuerpo y sus labios sobre los míos, todo en lo que puedo pensar es en
lo bien que se siente.

Como si nada hubiera cambiado con el paso de los años.

Y sé que está mal, porque todavía estoy enfadada con él. Y quiero
castigarlo. Quiero odiarlo por lo que hizo. Por haberse ido, y por volver y
hacer esto de nuevo.

Intento alejarlo, y él tira de mí más cerca.

—No —gruñe—. Te lo dije, Pepper. Te lo dije malditamente. Tú eres
mía.

Me besa de nuevo, y esta vez es él quien actúa como si estuviera
enfadado. Su toque es áspero, y ya no puedo encontrar algo en mí para
protestar cuando comienza a desgarrar mi ropa fuera. Porque quiero eso
mucho. Quiero que él esté enojado.

Quiero esa frustración.
Porque significa que lo que teníamos no era nada.

—No sé a qué crees que estás jugando —me dice mientras gira en
torno a mí y comienza a tirar hacia arriba mi vestido, rasgando mis
medias con sus propias manos—. Esa mierda de abajo no llega a tocarte
así.

—Que te jodan —le digo—. No tienes ningún derecho…

—Tengo todo el derecho. —Ahueca mis bragas bajo la palma de su
mano y frota la humedad sobre los dedos para enfatizar—. Ya no soy un
niño. Y nadie va interponerse en el camino de lo que quiero ahora. No lo
hará tu padre, no el jodido Vincent, ni cualquier…

Sus palabras no tienen ningún sentido, pero ya hace mucho que
no me importa cuando él comienza a moler su erección por detrás de mí.

—Llevo cinco años de deseo reprimido por ti, Pepper —me dice
mientras se desabrocha los pantalones—. Y no voy a ser dulce. No ahora.

Ahora sólo necesito follarte y reclamarte.

Un gemido sale de mi garganta cuando él frota su polla contra mí,
y luego empuja dentro.

No está mintiendo.

No hay nada dulce en esto.
Me folla duro y áspero contra la pared, enterrando su cara en mi
pelo. Pero las palabras que salen de sus labios son las que siempre
necesité de él.

—Eres tan malditamente hermosa —gime—. Malditamente mía,
Pepper.

—No —susurro, pero es poco entusiasta, y ambos sabemos que es
una mentira.

—Sí.

Me hace correrme dos veces sobre su polla antes de gruñir su
propia liberación. Y luego se derrumba contra mí, acariciando mi cabello
bajo la palma de su mano. Besa mi cuello y me abraza mientras se
ablanda dentro de mí.

—Sé que son cinco años demasiado tarde para decirlo —me dice—
. Y sé que tú malditamente me odias, Pepper. Pero te amo. Siempre te he
amado. Y ahora estoy de vuelta.
Quiero volver a estar en tu vida para
siempre.

La tensión se enrosca en mi cuerpo y el pánico se apodera de mis
pulmones.

Esas palabras son, indudablemente, las que siempre quise
escuchar.

Pero estoy aterrorizada.

Y en lo único que puedo pensar es en que él está mintiendo.

Que se irá de nuevo.

Y esta vez… él realmente me destruirá.

Nos destruirá.

—Tienes razón —le digo mientras me alejo y reajusto mi ropa a un
estado presentable. Ni siquiera puedo mirarlo. No puedo ver la expresión
de su cara cuando me muevo hacia la puerta—. Llegas cinco años
demasiado tarde, Harry.

NAVIDAD EN FAMILIA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora