18. La encrucijada de Bobbly

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Los minutos pasaron. Dos, cinco, quince, treinta. Por el hechizo climatizado en el Templo, la noche caía, pero no sus esperanzas en traer a Bobbly de vuelta. James y Victoria solo se detenían para tomar un respiro y limpiar las gotas de sudor, pero inmediatamente retomaban la labor.

Y así, el tiempo pasó, hasta que cada corte en Bobbly se cerró.

Solo entonces los Universales se detuvieron.

—El ritmo cardiaco se está estabilizando —avisó Victoria. Una sonrisa leve y alentadora se formó en sus labios.

Mago Universal cerró los ojos, aliviado, y dio un largo suspiro, desplomándose en un sillón frente a la cama donde Bobbly reposaba.

—No me perdonaría donde algo malo le hubiera pasado —comentó sin dejar de ver su pequeño cuerpo durmiente—. No debí dejarlo solo en el Templo, ¿en qué estaba pensando? Era demasiado peligroso.

—Hizo lo que creyó corrector, darling —apoyó Victoria—. Bobbly corría peligro si se quedaba en Krimson Hill. Tomó la decisión correcta en el momento en que se necesitaba actuar con determinación. Sea lo que le haya provocado esto a Bobbly, lo averiguaremos cuando despierte. Ahora, vamos, necesitamos descansar. —Lo tomó de la mano, insistiendo—. Desde ese monstruo de sombras en Kryptos, han sido varios días sin dormir lo suficiente. Tenemos un gran mal por delante del que aún no sabemos más que unos cuantos puntos sin conexión aparente.

—No, por favor ve tú. —Se zafó con suavidad—. Yo me quedaré aquí, Bobbly necesita tenerme a su lado cuando despierte.

Victoria no respondió, solo lo observó. Las batallas sin descanso comenzaban a cobrar factura. James lucía agotado, necesitaba descansar tanto como ella, pero el estado de Bobbly no dejaba de preocuparle.

—Fui al último que vio antes de quedar inconsciente, se lanzó a mis brazos, Victoria. —Bajó la mirada—. Sus ojos agonizantes me partieron el corazón... él me necesita.

Madame asintió en comprensión y se alejó. Antes de terminar de cruzar el umbral retrocedió un paso y se giró hacia él, inquieta.

—Solo prométame que va a descansar, ¿de acuerdo? Sé que se preocupa por Bobbly tanto como yo, pero yo también me preocupo por usted, darling.

James le respondió con una sonrisa baja en medio de su aflicción.

—Lo haré. Descansa.

Una vez Victoria abandonó la habitación, James se levantó del sillón. Observó las manos de Bobbly. Eran tan pequeñas, tan frágiles. Le recordó cuando lo vio por primera vez, estaba asustado, muy asustado. Agradecía que Camille estuviera allí en ese momento para hacerle ver lo indefenso que era y lo mucho que necesitaba un hogar.

Solo habían pasado unas cuantas semanas y ya sentía a Bobbly como alguien fundamental en su vida. Había tenido un gran avance en tan poco tiempo, vivir en la Dimensión Oscura durante tantos años lo convirtió en el duende asustadizo que era, pero el cariño de James y Victoria le comenzaban a regresar la confianza.

Mago Universal no estaba listo para perderlo.

—Hace un rato me pediste perdón —le habló por lo bajo, tomando con suavidad una de sus pequeñas manos—. No sé por qué, pero sonabas bastante arrepentido. Si puedes escucharme, quiero que sepas que, hicieras lo que hicieras, te perdono, Bobbly. —Una lágrima bajó de sus ojos cristalinos—. Te perdono por cualquier estupidez que hayas creído que hiciste mal. Te perdono por creer que los humanos comemos lo mismo que los duendes, te perdono por todas esas veces que le pusiste sal al té en vez de azúcar. —Sonrió entre lágrimas al recordarlo—, también por el día en que cocinaste mis zapatos. Te perdono por todo, Bobbly. —Limpió las lágrimas con su manga del brazo—. Tan solo unos meses atrás no estabas en mi vida, pero ahora no puedo imaginármela sin ti en ella. Regresa conmigo, por favor, pequeño amigo.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now