Me harta su actitud bromista y relajada. Me harta que siempre minimice lo que siento excusándose en que mi carácter es difícil y altanero, estoy harta de que sea tan buena mentirosa como para convencerse a sí misma que todo está bien y que su error no ha estado arrastrándonos, sobre todo a mí, desde que decidió confesar que soy hija de otra persona.

—Por supuesto que tú no eres quien quiere echarme, sino mi papá. Él y Julia. —Me volteo para enfrentarla e intento tragarme la rabia, pero es muy difícil cuando me mira con una expresión que ni ella misma se la cree—. ¿Piensas que no me doy cuenta de lo que te pasa? Puede que no estés echándome la culpa directamente, es verdad, pero ¿crees que no me doy cuenta que haces todo esto para que él no siga recriminándote por lo que le hiciste?

Ella suspira, golpeando suavemente al espacio vacío de mi cama junto a ella.

—Ven aquí. Siéntate conmigo como la adulta que supongo que ya eres y tengamos una conversación para aclararte algunas cosas porque estás bastante confundida. —Su tono condescendiente no me provoca nada más que rechazo, que rencor, porque nunca, ni ahora ni antes, ha sido capaz de defenderme, de impedir que mi papá me tratara con una indiferencia que nunca entendí hasta que me dijeron que no era su hija biológica—. Camila, deja de comportarte como una niñita necesitada de atención. —Me advierte cuando abro las puertas de mi armario.

El término ''necesitada de atención'' me golpea justo en el pecho y en el orgullo porque siempre me han acusado de eso, de querer llamar la atención porque soy una malagradecida, pero aprieto los labios y me obligo a permanecer calmada para no lanzarme encima de ella.

—La única que se comporta como una niña eres tú, no yo —le digo, sin mirarla—. Escondiendo la suciedad debajo de la alfombra, como siempre y como todos en esta casa.

—No sé de qué estás hablando.

—Ah, ¿no lo sabes? —Suelto una risa sin gracia—. Piensas que no me doy cuenta de que no me tratas ni la mitad de bien de lo que tratas a Julia, piensas que soy estúpida y prefieres pasar tu vida culpándome y responsabilizándome por tus errores. —Hablo con la garganta apretada, pero no es por tristeza, sino por rabia—. Pero quédate tranquila, mamá, que ahora mismo iré a buscar residencias con Kat para ahorrarte el esfuerzo.

—Aquí tienes muy buenas opciones, Camila, ¿puedes dejar de ser tan terca? Tendrás más amigas, te independizarás y no dependerás de nosotros. ¿Qué otra cosa podrías querer a tu edad? Deberías estar agradeciéndome en lugar de atacarme.

Ése no es ni nunca fue mi problema. Dicho de esa forma, hasta me gusta la idea de irme a una residencia. Bueno, más o menos. Todavía me incomoda estar sola, sentirme sola, pero lo que me molesta es la intención que hay detrás de esta repentina decisión de echarme de la casa.

Sé que es porque para mi papá, verme se ha vuelto insostenible y ya casi no es capaz de mirarme. Por eso consideran que la única manera de salvar su matrimonio es dejar el problema de la infidelidad atrás, dejándome a mí también.

—No me interesa lo que tú pienses que es mejor para mí —me sincero—, así que mejor llévate esos folletos porque no voy a verlos.

No es así como planeaba levantarme esta mañana, no es como imaginé que me convencerían de marcharme, pagando la renta por adelantado y trayéndome además de los anuncios, los contratos, pero no seguiré peleando con ella cuando es como hablar con una pared. No pienso seguir rebajándome a mendigarle una atención que nunca quiso darme.

— ¿Puedes calmarte un segundo y escucharme? —Mi mamá se levanta y tira de mi brazo para obligarme a enfrentarla; me resisto, apartándome cuando lo hace con más fuerza—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que me hables de esa forma? Si te digo que necesito hablarte, entonces te callas y me escuchas.

más de ti [camren]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin