Gaiden de Lorelei

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Archipiélago Sevii, Isla Quarta...

Isla Quarta, una de las islas más pequeñas del archipiélago Sevii al sur de la región Kanto. Con el segundo pueblo más grande después del de Isla Tera, en este lugar se localiza además la Cueva Glaciada, una caverna helada con salida al mar, y rodeada de terreno muy escarpado que la hace un lugar único en todo el archipiélago, pues es el hogar de muchos Pokémon raros de tipo agua y hielo, aunque este lugar está muy restringido y solo a los lugareños se les permite entrar y salir libremente, bajo su propia responsabilidad. Y es en esta isla donde se inicia la historia de una de los miembros del Alto Mando de la región Kanto.

Una joven de catorce años, alta para su edad y de buena figura, con cabello rojo atado en una coleta enroscada detrás de su cabeza, caminaba tranquilamente hacia la parte noroeste del pueblo. Lorelei era una de las estudiantes más prominentes de la escuela local para entrenadores en la Isla Quarta. Solo le faltaban unos cuantos meses para cumplir sus quince y con eso poder conseguir legalmente su licencia como entrenadora. Sin embargo, para nadie era un secreto que entre su grupo de edad ella parecía ser la más habilidosa. Eso, combinado a su gran atractivo físico e inteligencia, la hacía extremadamente popular con la gente del pueblo, y todos esperaban que llegase a ser una gran entrenadora en muy poco tiempo. De hecho, aquel día, iba de camino a la guardería Pokémon local, pues la pareja dueña del lugar le tenía un pequeño regalo.

- Ah, Lorelei, viniste temprano. – la saludó el anciano, esperándola en la entrada.

- Buenos días. – saludó la pelirroja respetuosamente. – Vine solo porque los demás insistieron en que lo hiciera, además, habían dicho que ustedes tenían algo para mí.

- Solo si lo quieres, muchacha. Pasa, por favor.

Lorelei y el anciano entraron a la casa, dirigiéndose hacia el patio trasero. La guardería Pokémon era un sitio bastante importante en la isla, pues la mayoría, si no es que todos, los nuevos entrenadores usualmente conseguían su primer Pokémon en ese lugar (el otro lugar sería en la Cueva Glaciada si tenías a un amigo que quisiera ayudarte a capturar uno). Pasaron por varios estantes llenos de huevos de Pokémon en incubadoras, esperando al momento de nacer y conocer a los que serían sus nuevos entrenadores. Al llegar al patio trasero, la esposa del anciano le daba de comer a algunos de los Pokémon que jugaban por todo el lugar, mientras llevaba en brazos una incubadora como si fuese un niño recién nacido, y de hecho eso no estaba tan equivocada.

- Lorelei, así que viniste, qué gusto. – la saludó la anciana. – Imagino que tus amigos ya te dieron los detalles, ¿no es así?

- Vagamente. – respondió la pelirroja. – Todavía no estoy segura de esto, es decir, aún faltan unos meses para que consiga mi licencia de entrenadora Pokémon.

- Pero nadie duda que serás la primera, muchacha. No menosprecies tu talento. – dijo la anciana. – ¿Y qué daño hará que conozcas un poco más temprano a tu primer compañero?

La anciana alargó la incubadora, que estaba empezando a emitir un pitido que era la señal de que el huevo estaba a punto de eclosionar. Este huevo, de un tono blanco azulado claro, lo había puesto una Dewgong hembra que llevaban cuidando desde hacía años, y usualmente, para facilitar que se estableciera un lazo entre el entrenador y su Pokémon, lo mejor era que los dos se conocieran desde su nacimiento, así existía ese acercamiento inicial. Resignada pero a la vez ansiosa, Lorelei aceptó la incubadora, a medida que el pitido se aceleraba, dando la señal de que el huevo pronto eclosionaría.

- Y nosotros nos retiramos. – dijo el anciano. Para que una vez que el Pokémon naciera lo primero que viera fuese a su nuevo entrenador, lo mejor era dejarlos totalmente solos.

Pokémon Reset Bloodlines - Gaiden de LoreleiWhere stories live. Discover now