Aquellas ocasiones habían sido maravillosas, por supuesto. A pesar de que no podía quedarse por mucho tiempo cuando les visitaba, se encargaba de hacer que Seokjin sintiera que era el omega más hermoso y deseable del mundo; y por esa razón seguía manteniendo la esperanza.

Por eso, el revuelo en el pueblo también le tenía con la panza revuelta a él.

Ese día, a sabiendas de que podría ser que Tae llegara junto con el grupo de la Causa, estuvo más nervioso de lo común. Abrió la tienda más temprano de lo esperado e incluso quebró un par de perfumes al pasar atolondradamente por la parte posterior de la tienda pensando en si Taehyung iría a quedarse con el señor Min. Sabía que tendría que pagar lo que rompiera, pero no le importaba. Le preocupaba y le emocionaba muchísimo más la posibilidad de volver a encontrarse con el amor de su vida.

Así que cuando finalmente un niño pasó gritando: "¡Llegó el alfa de Seúl!" las manos de Seokjin comenzaron a temblar ante la expectativa.

Cerró la tienda enseguida, a sabiendas de que nadie iría a comprar un perfume en ese momento y después de todo, lo más seguro siempre era cerrar cuando había mucha gente reunida en el mismo lugar.

El pueblo era un gran alboroto. Había niños alfas y omegas por todas partes, corriendo de allá para acá. Los más adultos estaban formando un círculo alrededor de la pileta de la plaza -el lugar donde se daban todos los avisos importantes- tapando a quienes habían llegado. Incluso había algunos betas ahí de pie, que esbozaban expresiones que iban desde la ligera incomodidad a la esperanza.

Seokjin, aún con las manos temblorosas, se encaminó hacia la plaza y se introdujo entre las personas que estaban ahí, intentando mirar, buscando desesperadamente a la causa de su nerviosismo.

¿Estaría más alto? La última vez que lo había visto hace tres años, su piel era incluso más morena y dorada, y su espalda lucía más grande, con el cabello tapándole los ojos. Su omega empezó a removerse inquieto en su interior, esperanzado, deseoso de poder sentir esas manos grandes y callosas en su piel otra vez. Morder esos labios gruesos y castigarlo por todo el tiempo de separación que les había hecho pasar... pero sobre todo besarle con todo el amor que seguía cargando por él.

Su corazón latía como loco.

Cuando alcanzó a llegar a la tercera línea, donde podía ver sin problemas y a pesar de los reclamos de la gente, vio a dos alfas de pie en la parte más alta de la pileta. Uno alto y moreno y otro más bajo y dorado, pero con la misma expresión decidida del primero, con la misma expresión que solían portar quienes siempre han sido alfas y nunca han sido disminuidos en la vida.

Miró a la izquierda y luego a la derecha.

Miró a dos betas que estaban conversando con aquellos dos hombres y que recibían las miradas molestas de algunos alfas que estaban parados ahí, esperando comenzar a emitir juicios con respecto a la abolición de la esclavitud.

Pero Taehyung no estaba en ninguna parte.

Volvió a mirar. Dos, tres, siete veces.

Se acercó a los dos betas a tropezones, chocando con la gente que quería instalarse en primera fila para poder escuchar lo que dirían ambos alfas. Ambos betas tenían el pelo y ojos castaños, de un tono parecido al que tenía Taehyung. Un color bastante usual entre aquella casta.

—Buenas tardes, señores—les dijo cuando logró acercarse lo suficiente como para que le escucharan por sobre el bullicio de la gente. Ambos betas le miraron con desconcierto, como si no estuvieran acostumbrados a que omegas les interpelaran de esa forma. Probablemente era así. — Lamento molestarlos. Mi nombre es Seokjin. —Miró a los dos alfas que estaban conversando con los alfas que estaban en la primera fila. Luego volvió su vista a los betas—. ¿Ustedes vienen de Seúl?

The scent of your skin || Omegaverse || Taejin-YoonminWhere stories live. Discover now