Capítulo 5

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Lena se secó las lágrimas de las mejillas con impaciencia y se puso en pie.

-No es nada. Esta mañana olvidé cerrar la puerta de mi cuarto y Thurgood ha entrado aquí. Parece que le gustan las plantas tanto como a mí.

Cuando la pelinegra llegó a casa un rato atrás, se encontró con una escena de una película de terror... por lo menos para ella.

Sus plantas yacían en el suelo, arrancadas con violencia de las macetas, con las raíces al descubierto y tierra por todas partes.

Al principio intentó salvarlas, recogiendo la tierra con las manos, pero luego la emoción pudo con ella y se sentó a llorar en el suelo.

-Las ha mordido todas excepto a Regina -Lena se inclinó y tomó el tallo de la planta.

Sus ojos se llenaron de lágrimas nueva Tenía esta planta desde los once años.

Kara se la quitó de la mano.

-¿No se puede hacer nada? -preguntó.

-Sí, puedo replantarlas o tomar esquejes y esperar a que echen raíces.

-¿Entonces por qué lloras?

Lena se cubrió el rostro con las manos y sollozó.

-No lo sé -y era verdad.

Sabía que cada día que pasaba se le hacía más difícil ignorar sus sentimientos por Kara, que se había comido sus cenas horribles y tolerado su gusto decorativo cuestionable, que había hecho lo posible por ayudarla a vencer sus malos humores.

La conocía mejor que nadie más en el mundo y aun así no podía permitirse amarla.

Reprimió un sollozo y dejó caer las manos a los costados.

Kara se arrodilló delante de ella y le miró la cara con la frente arrugada por la preocupación.

-Lo siento, no sabía que Thurgood haría algo así, yo nunca he tenido plantas. Le gusta escarbar fuera y quizá tenía que haber supuesto que lo haría.

Lena le miró la boca y sólo pudo pensar en lo mucho que deseaba que la besara de nuevo.

Todo parecía siempre mucho mejor cuando estaba en sus brazos.

Tragó saliva con fuerza y se agarró las manos.

-Tenía que haber cerrado la puerta.

-Dime lo que debo hacer -musitó la rubia.

Le acarició las pantorrillas con gentileza y Lena cerró los ojos e intentó recordar su determinación y erigir las barreras que la habían protegido de sus deseos.

-No tienes que hacer nada -contestó con voz débil la pelinegra.

-Quiero hacerlo, dime lo que quieres que haga.

Lena gimió interiormente, sabedora de que su respuesta no tendría nada que ver con las plantas.

¿Por qué lo combatía tanto?

Por una vez en su vida tenía ocasión de conocer la auténtica pasión, de estar con alguien que encarnaba su fantasía sexual por excelencia.

Y no podía decidirse a hacer el primer movimiento, a poner sus necesidades y deseos por encima del código de conducta estricto que le había inculcado su madre.

Quería que volviera a besarla y no parara en mucho rato.

Y tampoco le importaría que acabaran arrancándose la ropa y haciendo el amor.

-¿Lena?

La pelinegra parpadeó y se sorprendió mirando fijamente la boca de él.

-¿Qué?

Legalmente Suya (Kara G!P)Where stories live. Discover now