Parte 2: Ten cuidado con lo que deseas

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Desde que Diana había sacado el tema de la mordedura en el cuello, las ilusiones de Melissa acerca de saber algo más sobre su madre se habían venido abajo, pero todo el tema de que ella era un hada sencillamente la superaba. Miró a Diana alzando un poco una ceja. No quería discutir en la calle, pero tampoco estaba segura de que mereciese la pena seguir con la conversación. A su padre le hubiera aguantado aquel sinsentido sin replicar solo por no verlo enfadado, pero su padre estaba muerto y a aquella extraña chica la acababa de conocer.

Sin embargo apretó los dientes y se esforzó por parecer tranquila. Que hubiese dado con la tía más rara de Seturbe no significaba necesariamente que no supiese absolutamente nada de su familia. A veces incluso en las fantasías más perturbadas se puede encontrar algo de verdad, se dijo Melissa.

-¿Cómo se llamaba mi madre? –preguntó ella.

-Se llamaba Melusina. Tu padre te puso Melissa porque le sonaba parecido sin ser el mismo nombre. Los nombres son importantes para las hadas, dan poder sobre ellas a aquellos que los conocen, y él no quería que sus parientes pudiesen sospechar que te llamabas como ella y así tener poder sobre ti.

-Muy bien, gracias por ese dato aleatorio sobre las hadas. Ahora en serio: ¿qué sabes sobre ella? ¿Qué sabes sobre mi madre?

-Te me relajas, que no me está gustando ese tono –dijo Diana molesta–. No sé mucho a decir verdad. Sé lo que Jorge, perdón, lo que tu padre me dijo sobre ella. Y ni siquiera estoy autorizada a contarte toda la historia.

-¿Quién te tiene que autorizar? –preguntó Melissa.

-No estoy autorizada para darte ese dato –respondió la otra como una cantinela aprendida.

-Esto es surrealista. Está bien, háblame de lo que estés autorizada a hablarme.

-Si te callas podré empezar –dijo una irritada Diana, mirándola con hostilidad.

Melissa no dijo nada más y se limitó a contemplarla como animándola a hablar, a sabiendas de que iba a escuchar un montón de estupideces. Pero tal vez algún detalle pudiese ser la hebra de la que tirar para empezar la búsqueda de sus orígenes.

-No sé si alguna vez escuchaste aquello de que Seturbe es muchas ciudades en una. Bueno, es algo que se suele decir de muchos sitios, pero al menos en el caso de Seturbe es verdad. No te voy a dar ahora una clase de historia, solo te contaré que han existido muchas "Seturbes" a lo largo del tiempo, y una de ellas ya existía antes de que los humanos llegasen a Europa –dijo Diana. Se notaba que el tema la apasionaba.

-Parece una de las típicas historias de mi padre. Sigo sin captar qué tiene eso que ver con mi familia. Ya es que ni siquiera tiene que ver con las hadas, vamos de mal en peor –dijo con desdén Melissa.

-Veo que tu padre no te enseñó nada sobre este tema. Supongo que pensaba que así te protegía –comentó Diana–. Escucha atenta sin interrumpirme, porque tienes que entender la situación antes de que los hechos se encarguen de hacerte entender por las malas.

-Te escucho, prosigue –replicó resignada Melissa.

-Como te estaba diciendo, en la antigua ciudad de Seturbe, que tenía otro nombre y otra forma pero seguía siendo la misma, vivía una tribu de hadas. Con la llegada de los primeros hombres se retiraron a otro plano de la existencia. Sin embargo dejaron abiertas varias puertas para poder pasar a nuestro plano a su voluntad, normalmente buscando bebés, pues la endogamia había destrozado casi por completo su civilización. Así que de vez en cuando robaban o intercambiaban niños pequeños, y otras veces había hadas que se juntaban con un humano para tener bebés sanos. 

Medianoche en la ciudad de las mil puertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora