Capítulo 2: Rouye

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Despertar con el sonido de los gritos fue desorientador, pero no tanto como despertar sin Hua Cheng a su lado. Xie Lian parpadeó para despertarse y palmeó la cama en busca del cuerpo de Hua Cheng, pero solo las frías sábanas recibieron sus dedos. Adormilado, levanto la cabeza.

- ¿San Lang? - Llamó, sin respuesta.

Afuera, los gritos se hicieron más fuertes. Por un momento, Xie Lian se preguntó si tal vez Mu Qing y Feng Xin vinieron de visita, solo para terminar peleando como siempre. Excepto que él estaba familiarizado con las voces de sus amigos, y las que escuchó ahora no pertenecían a ninguno de los dos.

Poniéndose la túnica exterior salió caminando. No se molestó en ponerse los zapatos y se estremeció levemente cuando el frío se filtró en su piel. Xie Lian abrió la puerta y se apoyó ligeramente contra ella.

- San Lang, - volvió a llamar.

Esta vez, pudo ver a Hua Cheng, de pie con los brazos cruzados y el ceño fruncido oscureciendo sus rasgos. Frente a él dos niños estaban discutiendo, claramente eran el origen de todo el alboroto. El primero que reconoció fue al pequeño E-Ming parado de puntillas como un animal que se hace parecer más grande de lo que realmente era.

Justo cuando estaba a punto de analizar al otro niño, Hua Cheng lo notó y se acercó rápidamente. Aunque había estado cuidando a los niños todo este tiempo, no parecía demasiado preocupado por dejarlos solos para saludar a Xie Lian. Un beso fue presionado en su frente; Xie Lian se alejó de la puerta para apoyarse en el pecho de Hua Cheng.

- San Lan, hay dos niños en el patio, - murmuró Xie Lian, agitado por el sueño.

- ¿Te despertaron, gege? –

- Hm, solo un poco. –

Aunque estaban callados, los niños pronto notaron la ausencia de Hua Cheng y en consecuencia, la llegada de Xie Lian. Ambos se congelaron cuando lo vieron de pie junto a la puerta del santuario. Su hostilidad se redujo rápidamente, su atención se centró en Xie Lian. E-Ming llegó corriendo y gritando por él, mientras el otro niño un poco más lento pero igual de ansioso, caminaba detrás de él. Al mirar a ese niño vestido de blanco, Xie Lian ya tenía la sensación de que sabía quién era.

- ¡Gege, buenos días! – saludó E-Ming.

- Su alteza, - dijo el otro niño, y se acercó para abrazar la pierna de Xie Lian. Él les sonrió a ambos, pero se dirigió al niño de blanco.

- Ruoye, - dijo Xie Lian cálidamente mientras abrazaba al espíritu.

Efectivamente, Ruoye aceptó su toque con familiaridad. Sería una estupidez por parte de Xie Lian no darse cuenta de quién era ese niño; su conexión con Ruoye era demasiado profunda para no darse cuenta. Se rió un poco mientras miraba a Hua Cheng.

- Supongo que Ruoye también puede hacerlo. –

- Obtuviste lo que querías, gege, - dijo suavemente Hua Cheng.

Estaba claro que no estaba muy feliz lo cual era comprensible, ya que Hua Cheng había estado atrapado con los niños que gritaban por un tiempo, pero como Xie Lian parecía satisfecho con la situación, no expresó su molestia.

Bueno, tal vez no demasiado.

- E-Ming también quiere un abrazo, - se quejó E-Ming.

Sostenía el dobladillo de su túnica con fuerza mientras lucía una mirada llorosa. Xie Lian comenzaba a preguntarse de cómo no se cansaba de rebotar entre el llanto y la risa tan a menudo.

- Ven aquí, - le indicó Xie Lian, y pronto tuvo un niño en cada codo. - ¿Por qué estaban peleando ustedes dos? –

- ¡E-Ming solo quería ayudar! –

Manos pequeñasWhere stories live. Discover now