✺Capítulo 2

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-Bien, a leerle un cuento al bebé Sirius-Dijo Remus sacando su libro de cuentos muggles-

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-Bien, a leerle un cuento al bebé Sirius-Dijo Remus sacando su libro de cuentos muggles-. ¿Cuál te cuento? Tenemos a la Cenicienta, a Blanca Nieves y los siete enanitos, Hansel y Gretel, los tres cerditos...

-Creo que... Hansel y Gretel-Decidió Sirius.

-¿Seguro?

-Seguro.

-Bien, En el borde de un bosque inmenso, vivía un pobre leñador
con su mujer y sus dos hijos. El niño se llamaba Hansel y
la pequeña, Gretel. El padre trabajaba de la mañana a la
noche pero el dinero nunca alcanzaba. Apenas tenían con qué
matar el hambre y llegó un día en que el padre ni siquiera pudo
ganar lo suficiente para llevar a la casa un pedazo de pan.

-Que feo...-Murmuró Sirius.

-Cállate, una noche, afligido por sus pensamientos y dando vueltas en la
cama, suspiró y dijo a su mujer:
−¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo podemos alimentar a
los niños, si no tenemos siquiera un centavo?
−¿Sabes qué? −respondió la mujer−. Mañana, muy temprano,
los llevaremos al bosque, les encenderemos allí un fuego y,
dándole un pedacito de pan a cada uno, los dejaremos solos.
Como no podrán encontrar el camino de vuelta, quedaremos
libres de ellos.

-¡No!

-No, yo no haré tal cosa −replicó el hombre−. Mi corazón
no podrá soportar el remordimiento de abandonar a mis
hijos solos en el bosque; pronto vendrían las fieras y los
harían pedazos.
−Está bien −dijo ella−, entonces tendremos que morir de
hambre los cuatro. Dejándolos en el bosque es posible que
alguien se apiade de ellos y los recoja.
Y no lo dejó en paz hasta que accedió.

-Pobres Hansel y Gretel.

-Si, pobres, sigamos. −¡Me da pena por los pobres niños! −dijo él en voz baja.
Los pequeños escucharon lo que la madrastra había dicho al
padre. Gretel derramó amargas lágrimas y dijo a Hansel:
−Estamos perdidos.
−¡No tengas miedo! A mi lado nada te pasará −respondió
Hansel.

-Aww-Sirius tenía los ojos cristalinos.

-No me digas que vas a llorar, Sirius.

-No, no lloraré.

-Como digas.. Y así, mientras los mayores dormían, Hansel se levantó, se
puso su chaqueta, abrió la puerta y salió sigilosamente. La luna
lucía muy clara y los guijarros que había delante de la casa
resplandecían como monedas.
Agachándose, recogió tantos como cabían en sus bolsillos. Al
regresar, dijo a Gretel:
−Ten confianza, hermanita, y duerme tranquila.
Y volvió a la cama.

The Shinning Moon [Wolfstar]Where stories live. Discover now