Capítulo 20: "Al fin llegaste"

2K 214 127
                                    


«¿Cómo es eso de que no podré comer coco?»

«¿Recién está leyendo el contrato?»

«Claro que no, solo... que recién me atrevo a reclamar»


Jack se acerca y sonríe, eso basta para alegrar mi día, mes, año. Separa los labios con la intención de decir algo, pero no logro escucharlo. Intento hablar, pero mi voz ha desaparecido. Le hago señas, asustada por no tener voz, y su sonrisa se tuerce. Trato de nuevo, pero Jack se ríe de mi falla.

«Solo me usaste para no estar sola»

—No. —Me siento de golpe, con la respiración agitada y el sudor cayendo por mis mejillas.

Miro a los lados y suspiro al reconocer mi antigua habitación. Me toco el pecho y me concentro en calmar mi corazón.

Hace tiempo que no tenía pesadillas.

¿Estás bien?

Lo estaré, solo debo... ¿Dónde están Rei y Maya?

Busco debajo de mi cama y no hallo nada.

—Ay no.

Salgo de mi habitación y corro hasta el primer piso, y mientras más me acerco más fuerte se hace el ruido.

—¿Qué están...?

Mi es opacado con las voces de los cinco personajes que andan revoloteando por la cocina. La harina vuela en el aire, acompañado del vapor, y varios olores exquisitos que despiertan a mi monstruo gelatinoso llamado estómago.

En cuanto notan mi presencia se quedan mirándome.

—Hola, Am.

—Hola, Amelia.

—Hola, Amelí.

Es bastante obvio cómo me saludó cada uno.

—Hola, cariño. —Mi padre aparece por detrás y me acaricia la cabeza.

Los intrusos continúan con lo que sea que estén haciendo. ¿Por qué Max está tirando al aire una bolsa de harina? No soy experta, pero así no se hace la pizza... a menos que esté preparando otra cosa.

—¿Les dejaste que usaran la cocina? —lo cuestiono.

—Querían hacer el desayuno como agradecimiento. —Frunce el ceño, y lo imito al ver la gran llama de fuego que por poco y toca el techo—. Mejor traigo el extintor. —Retrocede hasta desaparecer.

—Rei, apaga eso. —Voy hacia ella y Maya, quien se ha quedado admirando la llama.

En cuanto apago la hornilla, las dos chicas muestran su decepción. Me salieron pirómanas.

—¿Qué intentaban cocinar? —Me asomo a la olla, y me resulta extraño que esté vacía.

—Estábamos hirviendo agua —Rei lo dice con la emoción de un inocente niño.

—No solo lo hirvieron, lo evaporaron. —Le doy otra ojeada a la olla.

—Te dije que debíamos echar más —le regaña Maya.

—¿Qué tal si me ayudan a ordenar la mesa? —Las voy llevando a la salida.

—Yo pongo los platos. —Maya levanta la mano.

—Y tú las tazas, ¿qué dices? —me dirijo a Rei con una gentil voz.

—Sí. —Sonríe tan brillante como el fuego que casi quema mi casa.

¿Me van a dejar amar? [Presente MVDH #2]Where stories live. Discover now