Miré a mi amigo, bajé la mirada y asentí. Jugué un poco con mis dedos.

—Supongo. Sí. —Encogí los hombros. El teléfono de Chase, que estaba sobre su pierna, empezó a sonar. Era un mensaje. —¿Tienes alguna noticia para mí?

—Ha sido un día bastante caótico, no lo voy a negar. Andrew me llamó alarmado, pero Rob lo tranquilizó. Rob y yo estuvimos toda la mañana haciendo llamadas. Una amiga nos ayudó a conseguir el contacto de la familia de la niña. Logramos conversar con su padre de forma civilizada, su hija ya había tenido un problema parecido en la escuela. La verdad el señor sonaba bastante desesperado, hace poco perdió a su mamá y dice que ya no sabe qué hacer con la niña. Yo opino que un tratamiento sería lo ideal, pero al parecer no cree en la psicología. —Chase rodó los ojos. —¿Cómo no puedes creer en algo tan importante? ¿Vale ese término, si quiera? No lo entiendo.

—¿Y qué pasó? —pregunté.

—Bueno, Andrew quiere demandarla a ella, a su familia y a todas sus generaciones.

—No.

—¿No? —preguntó Chase confundido.

—¿No hay forma de que esto termine ya? No quiero pasar por un juicio, solo quiero que esto se termine ya. ¿No puede rectificarse y ya?

—Bueno... De poder, puede. Pero Nick, mira todo lo que te hizo...

—Es que ya lo estoy viendo, Chase. Va a ser un proceso largo, cámaras esperando fuera del juzgado, rondas de prensa. No quiero nada de eso. —Abracé mis piernas mirando un punto fijo. —No la justifico, pero esa niña está mal también, necesita ayuda. No podemos condenarla, todavía hay tiempo de que todo mejore para ella.

—Sí, todavía es una niña —Chase ladeó el labio y suspiró—. Rayos, amigo. Qué complicado. Merece un escarmiento, pero también es cierto que se le puede ayudar para no perderla.

—Es lo que digo. No sé cómo, pero hay que buscar un punto intermedio. Hablemos con Rob, él sabrá qué hacer —dije, y dejé de hablar porque mi teléfono empezó a sonar.

—¿Por qué no le contestas?

—Es Bee...

—¿Sí? ¿Y? —comentó confundido.

—Tú no sabes todo lo que pasó, Chase.

—¿Qué pasó con mi ship? —preguntó de forma natural, reí sin gracia y negué con la cabeza.

—Tu ship está muerto y enterrado bajo tierra.

Chase se acomodó bien para mirarme.

—Ah, ¿sí hablas en serio?

—Te voy a contar una historia, Chase...

Chase asintió y prestó atención a cada palabra que solté. Mientras eso sucedía, mi teléfono no dejó de sonar. Lo tomé sin ver y tuve que interrumpir para contestar.

—¿Qué? —hablé fastidiado.

—Nick, Dios, me alegra oírte. —Sonaba alarmada, traté de no hablar, no quería dirigirle la palabra. ¿Por qué había contestado entonces? —Perdóname.

Me reí.

—¿Qué dices, Bee? No necesito de tus disculpas ahora. Me diste la espalda cuando más te necesité. La verdad estoy bastante decepcionado. No quiero escucharte. No me llames. Adiós. —Colgué y lancé el teléfono al piso. —Si se estropea, mejor. Así no sonará más.

—Uhm, ¿Nick? —Chase me llamó, yo giré a verlo—. Ese era mi teléfono...

Resoplé y tomé mi cabeza. Tragué saliva y negué.

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