Caelum Selwyn era todo lo contrario al anteriormente nombrado. Todo seguía siendo igual en la Mansión de la familia. Pero, entonces, ¿con qué se comía la cabeza Hydra? Su madre. Su adorada madre, aquella por la cual sería capaz de hacer cualquier cosa, no estaba bien. Pictor había estado más que molesto estas últimas semanas. Tanto que su madre había acabado desmayada debido a los golpes de este. El señor tenebroso no había elegido a su padre como uno de sus principales mortífagos, y eso, de una manera u otra, había acabado enfureciéndole. Hydra era la única razón por la que Caelum no huía. No valía la pena intentarlo, sabiendo que él las encontraría. A ella y a su hija.

La mujer de sonrisa sincera y alegre había decaído en cuento a estado de ánimo. Sus ojos no tenían el mismo brillo que antes. Incluso en ciertas ocasiones, Hydra había visto como su madre se quedaba mirando a un punto fijo en la pared, sin ninguna expresión facial. Hacia meses que no recibía una carta de la mujer, y la pequeña Selwyn temía por ella. Porque sabía que su padre era un monstruo, y podría dañarla más de lo que ya lo hacia cuando su primogénita estaba en casa.

Hydra tenía miedo de muchas cosas. Tenía miedo de los mortífagos, de los Merodeadores, de sus peleas con Sirius. Pero sobre todo tenía miedo de lo que podría llegar a pasarle a su madre cuando ella no estuviese allí. Sobretodo después de ver a Pictor conversando y conspirando junto a uno de los Carrows. Los golpes en el cuerpo de Caelum comenzaban a ser difíciles de tapar. El maquillaje no conseguía ocultarlos, y los hechizos no perduraban. Las ojeras de la mujer cargaban como bolsas bajo sus ojos. Su sonrisa era casi inexistente, y su delgadez y rechazo a la comida solían ser muy habituales. El rostro que alguna vez fue el más deslumbrante del mundo mágico comenzaba a debilitarse. Como si de la llama de una vela se tratase. El cuerpo y la salud de Caelum Selwyn se estaban apagando, ella misma se estaba consumiendo poco a poco.

- ¿Hydra?- preguntó Bellatrix, entrando a la habitación de la menor, sin tocar anteriormente.

La Selwyn dio un ligero respingo debido al susto que la chica le había provocado. Fingió una pequeña sonrisa y alejó los pensamientos de su cabeza.

- Dime Bells- respondió la bruja, con voz ronca debido al llanto que le había provocado el perderse entre sus pensamientos.

- Hey, ¿está todo bien, cielo?- preguntó la futura Lestrange, con su voz cargada de preocupación y cariño.

- Si, sólo- comenzó a decir Hydra, siendo cortada por la mirada de su amiga.

- Hydra, sé que no estás bien, se que te pasa algo- suspiró la Slytherin, siendo consciente de que la Selwyn estaba demasiado dolida como para decirle algo- creo que ya se lo que podemos hacer-

La pequeña observó confundida a su amiga. Pero era demasiado tarde, Bellatrix cerró rápidamente la puerta y se apresuró a bajar las escaleras. Desde la habitación de las Slytherin se podían escuchar los tacones de la chica, resonando contra el suelo de piedra del castillo.

Hydra se recortó en su cama y cerró los ojos, esperando a que todo el dolor que la consumía por dentro se evaporara. Mas no fue así, la molestia continuó persistentemente en su pecho, hasta que la puerta se volvió a abrir. Esta vez, suavemente.

- Hola, Hyd- saludó un pequeño y tímido chico, analizando la habitación de su mejor amiga.

- ¿Re-Reg? ¿Qué haces en la habitación de las chicas? ¿Co-cómo?- comenzó a decir la pelinegra, trabándose con cada palabra que pronunciaba.

- Eso no importa, ahora mismo sólo importas tú- respondió el menor de los Black, cerrando la puerta tras de él.

- Le dije a Bellatrix que estaba bien- informó la chica, incorporándose lentamente a la cama.

imperfect ⊰ sirius black, regulus blackWhere stories live. Discover now