12. ARZON, EL CAZADOR

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 Pues precisamente sirenas se oían la noche de la que quiero hablar. En una de las autopistas elevadas que atravesaban el centro de la ciudad se estaba produciendo una persecución. Un furgón negro con todas las lunas tintadas, zigzagueaba a gran velocidad entre el escaso tráfico, tratando de perder a los cuatro coches patrulla que iban tras él.

 —Al habla agente tres, siete, nueve, uno, Huren Greno'ar —decía uno de los agentes por la radio del coche patrulla—. Seguimos a una furgoneta negra, marca Getk modelo Tharen. La matrícula es dos, nueve, siete, ocho, L, M. El vehículo sospechoso circula a velocidad elevada por la Autovía 42, a la altura de la calle Pered'ar, en dirección al cruce del Paseo del Nialen.

 —Esto pinta feo —le interrumpió el conductor, dándole un par de toques en el hombro—. Han abierto la puerta trasera.

 —¿Y qué...?

 No hizo falta terminar la pregunta, un faester con una ametralladora de tubos les mostró una larga ristra de dientes amarillos y afilados antes de desaparecer tras una cortina de fuego y casquillos. Los policías se veían obligados a zigzaguear para evitar las balas, que rebotaban por toda la carretera y los quitamiedos. Por el momento, tenían la suerte de que los bamboleos de la furgoneta dificultaban el trabajo del tirador.

—Agente Greno'ar —sonó la voz metálica de la emisora—. La furgoneta ha sido identificada como sospechosa en el atraco al Banco Nacional de Jagúa que ha tenido lugar hace veinte minutos. Se trata de un grupo de un mínimo de cinco faesters. Se sabe que van armados y son muy peligrosos.

 —No me digas —dijo Huren, mientras veía como rebotaba sobre el capó del coche una hilera de disparos— No nos pagan suficiente para esto, sargento. Deberíamos dejárselo a los del G.A.V. —el aludido estaba demasiado ocupado en mantenerse lejos de los disparos como para contestar—. ¡¿Qué ha sido eso?!

 El sobresalto lo provocó un objeto oscuro que acababa de pasarles por la derecha. De pronto se prendieron las dos luces rojas de un coche que se colocó entre la furgoneta y el coche patrulla; era negro, de carrocería angulosa pero línea agresiva; los dos tubos de escape rugían y hacían vibrar el asfalto y el volante del coche patrulla. Los disparos rebotaban contra su carrocería sin dejar marca alguna, por lo que se podía suponer que disponía de algún tipo de escudo de arcanita.

 —Mierda. —Huren volvió a coger la radio y habló esta vez más rápido—. Aquí el agente Huren, de nuevo. La situación se ha complicado. El fugitivo conocido como Arzon está aquí. Pedimos la intervención inmediata del Grupo de Acción Vestigial. Repito…

 ***

 Arzon apagó la frecuencia de la policía, pues ya había oído suficiente. Llevaba meses buscando a este grupo de faesters en particular, sospechosos de un centenar de asesinatos. No se trataban de demonios propiamente dicho, pero obviamente eran un peligro para los ciudadanos y la policía no se lo estaba tomando muy en serio. Como se explicaba sino que ejerciesen de diana sin devolver un solo disparo. ¿Acaso esperaban que por voluntad propia dejasen de disparar, detuviesen el furgón y se entregasen, solo por el sonido de las sirenas y el tesón que demostraban?

Apretó el acelerador a fondo y el motor respondió con un rugido grave que hizo vibrar las ventanas de los edificios que se asomaban a la autopista. En cuestión de segundos se había colocado en paralelo a la furgoneta. El conductor, un faester enclenque que no paraba de reírse mientras disparaba por la ventanilla con bastante mala puntería, giró el volante con brusquedad para golpearle y sacarlo de la calzada. Pese a la dureza del impacto, Arzon consiguió mantener el coche en su sitio, pero sabía que a la próxima embestida tendría las de perder y acabaría empotrado contra la mediana y con ello se quedaría fuera de la persecución

DEVAFONTE: LOS DIARIOS DEL FALSO DIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora