Me dejé caer de rodillas al suelo. No podía elegir y no iba a hacerlo. No podía matar a mi hermana ni a la mujer que amaba. Porque amaba a Sky. Ni siquiera me lo había querido creer hasta ese momento, pero ella era lo único que me había mantenido cuerdo en Millerfort.

Sus bromas, su risa, el deseo de volver a verla, el preguntarme qué se le ocurriría a continuación... Pero estar conmigo, sería vivir subida siempre sobre esa mina, esperando que todo estallase, porque yo era incapaz de proteger a nada ni nadie.

―Deacon, despierta... ―me ordenó Sky, dando un paso hacia mí.

―¡No! ―Traté de sujetarla, si se movía explotaría.

*** Fin del contenido sensible ***

Y entonces todo cambió bruscamente a mi alrededor. Estaba en una habitación desconocida y Sky estaba en el suelo... No, era mi nueva habitación y ella se sujetaba la mejilla con gesto de dolor. Salté al suelo a su lado y la sujeté sin entender qué había pasado.

―¿Estás bien? ―pregunté.

―Sí, tranquilo.

Apartó la mano y vi la marca en su mejilla. No parecía grave, pero... Entendí lo que había pasado entonces. Yo la había golpeado mientras dormía. Por si no era suficiente estar conmigo por mi inestabilidad, debía sumarle que no podría dormir a mi lado sin peligro.

Y tomé la decisión que había sido incapaz de tomar en el sueño.

No podía echar a Ashley de mi vida, porque no tenía dónde ir. Así que contendría la mina de Sky con mi mano. Iba a sacarla de mi vida para ponerla a salvo.

―¿Por qué estás aquí, Sky? ―pregunté con toda la frialdad que pude reunir teniendo en cuenta lo mal que me sentía.

―Vine a traerte, borrachín ―se burló―. No veas lo cariñoso que te pones cuando bebes.

Tuve que mirarla mejor, tratando de imaginar cómo de cariñoso me había puesto. ¿Me había pasado con ella? No era raro, me moría por hacerle el amor. En mi estado vulnerable quizá me había pasado de ansia. Otro motivo para echarla de mi vida.

―Aunque quizá tu coche no opine lo mismo ―siguió.

Sujetó mi mano para que me viese los nudillos ensangrentados. ¿Qué le había hecho al coche? Miré unos segundos de más la sangre. Había manchado el tatuaje de los perros y las chapas militares de Jenkins. Sin duda, aquella era una señal de mi amigo.

―Quiero que te vayas, Sky ―pedí, saliendo para abrirle la puerta del dormitorio.

―¿Eres de esos que echan a la chica la mañana después? Porque podríamos acostarnos antes de que me des la patada ―trató de bromear, pero me pareció nerviosa.

―Tengo ganas de follarte, Sky, pero empiezo a cansarme un poco de la parte de la conversación ―mentí. Aquella era mi parte favorita. Quizá el sexo fuese genial, no lo sabía, pero el resto era increíble. Sin embargo, tenía que protegerla de mí―. No merece la pena. No quiero salir con tus amigos, ni buscar disfraces, ni seguir jugando a las casitas.

―Mientes. ―Apretó los dientes para controlar el temblor. Saber que la estaba haciendo daño me dolió muy adentro―. Anoche decías que necesitabas saber que estaba bien...

―¿Y por qué crees que miento ahora? Trataba de metértela, Sky, pero para ser tan descarada, parece que tienes pegamento entre las piernas....

―Estás asustado, lo entiendo, pero te estás pasando mucho, otra vez, Millerfort. Y puedo perdonarte una vez, pero mi paciencia también tiene límites.

Cuando te coma el lobo  - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now