Short Stories- BLACKPINK (CHAENNIE/ LISOO)

CHAENNIE: Vuelve a mi (pt 2)

Rosé despertó sobre su cama con su uniforme del día anterior, tenía el rostro húmedo pues había llorado toda la noche, su cabeza dolía, sus ojos estaban hinchados y negros por el maquillaje corrido. Tapo su rostro con su mano al sentir en sol golpeando fuertemente en ella, no había cerrado las cortinas el día anterior. Luego de unos minutos se levantó tomando su celular para ver la hora, tenía exactamente veinte minutos para ducharse, cambiarse, comer e irse a la escuela. En otra situación, Rosé habría decidió quedarse en casa durmiendo, pero prefería mil veces estar fuera de esa casa que ahí, con su madre acabándose todas las botellas de alcohol o con los recuerdos vivos de su padre. Sintió el ruido de una bocina desde afuera, se acercó a la ventana para ver de qué se trataba, era un pequeño auto color gris que se detuvo en la casa de Jennie, luego de unos segundos una chica bajo de el; era Irene. Jennie salió de su casa arreglando su uniforme a medias, al parecer aún no estaba lista, corrió hasta Irene quien la recibió con un leve golpe en la cabeza antes de plantar un beso en los labios de la morena, Jennie se separó dándole un golpe en su hombro corriendo hasta el asiento del copiloto.

-Mentirosa- dijo Rosé para sí misma mientras veía como el auto se alejaba.

Después de darse una corta ducha y prepararse con no mucha rapidez, pasó al cuarto de su madre para verla durmiendo plácidamente con la boca abierta, destapada y desaliñada, soltó un suspiro cerrándola puerta para bajar al primer piso, tomar su bolso y salió de su casa, a lo lejos sintió un ruido de un motor extremadamente molesto parando justo en su casa, era el mismo auto rojo de ayer, la rubia implantó una sonrisa forzada en su rostro mientras veía como el vidrio del copiloto bajaba dejando ver al chico.

-¿Te llevo?- preguntó. Rosé asintió flojamente subiendo al asiento del copiloto.

El día transcurrió con normalidad, es decir, Rosé no hablaba con nadie, ni miraba a nadie, ni hacia algún gesto. Sin embargo al igual que todos los días observaba a Jennie y lo feliz que se veía con su grupo de amigos sentados en una mesa de la cafetería. Rosé como de costumbre estaba sentada sola en una mesa viendo como todos seguían su vida con normalidad sin detenerse a verla.

Luego de clases se fue caminando de vuelta a casa, no tenía interés en hacer algo más pese a que quisiera tener a donde ir. Se fue por el camino largo, entre calles para no llegar, camino por horas hasta que comenzó a atardecer y noto que estaba cerca del riachuelo al que solía ir con Jennie cuando eran niñas. Algo se revolvió dentro de ella, realmente extrañaba a su mejor amiga. Camino hasta el rio pasando unas enredaderas que solían estar ahí, era su escondite con Jennie. Al ver llegar ahí se encontró con la morena que tanto anhelaba sentada en un fumando un cigarrillo mientras miraba las aguas.

-No sabía que fumabas.- dijo atrayendo la atención de a mayor quien la miró con extrañeza.

-¿Rosé? ¿Tú por aquí?- preguntó con sorpresa, la menor asintió sentándose al lado de Jennie. La mayor sitio algo extraño tanta proximidad de la rubia tan repentinamente. Rosé por su parte se sentía feliz de tener a Jennie cerca nuevamente era como volver tres años atrás cuando eran prácticamente una. La menor tomó el cigarro de la morena quitándoselo de la boca para dejarlo a un lado, Jennie frunció el ceño.-Estaba ocupando eso.- dijo seria, Rosé soltó una risa y en ese entonces Jennie sintió como su corazón bombeó al escuchar esa risa nuevamente.

-Yo también tengo- dijo sacando una cajetilla de su bolsillo, Jennie seguía impresionada por el actuar de la menor. Rosé saco un cigarro lo puso en su boca y con un encendedor lo prendió para luego sacarlo y dejarlo en el piso junto al cigarro de Jennie.

-¿Sabes que va en la boca verdad?- preguntó la mayor viendo como la rubia se mantenía mirando los cigarros que comenzaban a consumirse.

-Me gusta verlos desaparecer- soltó de la nada.-Es como nosotros, cuando morimos- se volvió a Jennie quien tenía el ceño fruncido aún.-Desaparecemos.