Capitulo 36: Ella está con otro.

Start from the beginning
                                    

-Sueltame- Le exijo asustada, pero pasa de mí.

¿Quién es este hombre?
No reconozco en él nada del profesor simpático, servicial (aunque demasiado confianzudo) que conocí.

Asustada, revuelvo mis muñecas de su agarre pero él se niega a soltarlas.

-Quiero que sepas que conmigo no jugarás ¿Me entiendes? no intentes utilizarme, Bonita, porque no te lo voy a permitir.

-Damián, t-tú también me utilizaste. Le mentiste a Christofer diciéndole que estábamos juntos y le insinuaste que teníamos sexo sólo para fastidiarlo. No finjas inocencia conmigo- Gimoteo asustada.

-Cállate - Me pasa un dedo desde la barbilla hasta mi labio inferior -Yo lo hice para que ese imbécil se largara de una puta vez y nos dejara solos al fin, como quise desde el principio. Lo hice por tí y por mí. Y ya se fué, así que no me vengas con estupideces ahora y comportate como una mujer.

De repente los cuidados y las advertencias de Christofer con respecto a Damián me invaden, no se equivocó con él, soy tan estúpida al haberme confiado.

-Tú me usaste para fastidiar a Christofer y agrandar tu ego- Agrego desafiante -Vi tu cara, te burlabas de él. No hiciste esto por mí. Sueltame.

Me remuevo de su agarre.

-Es mentira- Dice tranquilamente, volviendo a presionar mi brazo. ¡Oh, demonios eso duele! -Eso que dices es mentira. Te gusta jugar con los hombres pero conmigo no lo harás, bonita. Tienes que responsabilizarte por lo que haces.

-No juego contigo- Agrego sollozando - Pensé que me estabas ayudando pero me equivoqué mucho contigo ¡ahora sueltame, que me haces daño!

-Daño es el que tú me hiciste tú a mí con tus juegos, pequeña, pero yo te haré madurar.

De repente y sin soltar su doloroso agarre, se abalanza sobre mí y, presionándome bruscamente contra la pared, me besa.

-Ni se te ocurra gritar. No queremos líos ¿verdad?- Murmura contra mi boca - Nos iremos tranquilos de aquí y seguiremos esto en otro sitio más privado.

Niego con la cabeza y gimo por el dolor del impacto. Trato de safarme desesperadamente.
¡Dios, no! ¡Que me suelte ya! Mi pecho se agita y mi visión se nubla de pánico.

Y estoy a punto de chillar por ayuda cuando la puerta de la habitación se abre de golpe frente a nosotros.

Christofer:

Conduzco como loco de camino a mi casa tratando de alejarme lo más rápido posible de aquella imagen que me dejó hecho polvo, aunque cada partícula de mi cuerpo me pide a gritos que vuelva.

Pero ella, aquella preciosa, descarada, inteligente y divertida niña a la que mi corazón no puede dejar de amar, ya no me quiere.
No quiere escucharme, se niega a creerme, ella está con otro.

Si me hubiesen dicho hace dos meses que yo, el poderoso y triunfador Christofer Hunter, adorado y deseado por miles de mujeres y uno de los hombres más ricos del mundo, andaría saltándome semáforos en rojo y llorando como un gilipollas porque una niña de diecisiete años me ha roto el puto corazón, me hubiese desinflado de la risa.
Pero sin embargo aquí estoy.

¡Quiero volver para terminar de partirle la cara a ese puto profesor! ¿Pero que cambiaría hacerlo si ella ya no me quiere a mí?

Me limpio las lágrimas de la cara de un manotazo y aclaro mi garganta antes de llegar a mi casa.
Subo a mi oficina ignorando a Pemberly y al personal que comienza a llamarme para hacerme consultas o para informarme cualquier cosa. Necesito estar solo y trabajar, lo que sea para pensar en ella, en la pérdida, en ese beso que me dejó destruido, en esas palabras que me mataron.

Quédate Conmigo, pequeñaWhere stories live. Discover now