Bella mentira

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No sé cuanto tiempo había estado corriendo, el sonido del galope iba en aumento, la pobre alma solo corría por temor a su vida.

- ¡Detente, gitano!- grito el oficial quién corría detrás del hombre.

El gitano se hizo sordo a esas palabras, las escapatorias se reducían; tenía que salir de ello. Tenía a un bebé en sus brazos, no podía dejarse atrapar sino la pequeña criatura iría de seguro a un deposito. Cuando vio el primer callejón a su alcance no lo pensó dos veces al entrar, el caballo del oficial no cupo por el angosto lugar. Tuvo ventaja, corrió para poder llegar con su gente sin que alguien se entrometiera en sus asuntos. Pegó más al bebé a su pecho para que no tuviese frío, era una noche fresca de marzo en París.

- Realmente eres un lindo bebé- comentó el hombre observando detenidamente a la criatura.

[QUINCE AÑOS DESPUÉS]

Las calles de la ciudad estaban llenas por la gente que fue a asistir al Palacio de Justicia, porque había una gitana a la que se le acusaba de brujería; era la tercera en ese mes. La ciudad se reunió en un gran salón para ver el proceso de interrogación de la mujer y ver cuál sería su sentencia; lo más probable era la horca.

- ¡Maténla! ¡Que el diablo se la lleve! ¡Llevenla a la hoguera!- gritaba el gentío, uno que otro insulto a la pobre mujer que sujetada en cadenas rogaba por misericordia.

Fuera de aquel saturado lugar, en una plaza de aquella capital se hallaban una egipcia y un francés- amigos desde pequeños- hablando de su día. El lugar estaba aislado porque la gente de la ciudad se encontraba en el gran salón, apenas había uno que otro ciudadano que corría en dirección al palacio.

- ¡Injusticia, siempre injusticia!- decía la chica cuando veía a la gente ir al lugar- Son crueles solo por nuestras creencias y costumbres, nosotros no decimos nada a su dios.

Su amigo, no podía decir nada que contradijera aquellas palabras puesto a su amistad- La gente solo le teme a lo que no conoce, por favor cálmate yo sé que esto terminará.

- ¿Cuándo?- le cuestionó ella harta de ver a los suyos morir por suposiciones de la gente,- puede que algún día sea yo la que este allá; de pensarlo me aterra mucho.

El joven francés puso su mano en su hombro, luego la gitana se levantó tomando consigo su pandero. Comenzó a jugar con el instrumento mientras intentaba centrar sus pensamientos en el sonido del pandero, dejó que se cuerpo fluyera a la melodía. Su amigo la observaba cuidadosamente con una sonrisa.

- Nunca tocaría un pelo tuyo, Diana.- dijo el francés viéndole con una sonrisa en el rostro. Diana era el nombre con el cual le fue dado por una arcediano que la vio por primera vez danzando, aquel nombre significaba '' lo perfecto, lo impoluto, lo exacto y completo''.

- La gente te alude en las calles pero una vez haya arriba las cosas cambian, como si no recordaran a quienes alguna vez aplaudieron,- la joven detuvo su baile- la gente cambia de acuerdo a las circunstancias.

Una vez terminada la ejecución del caso la gente volvió a sus ordinarias vidas, los amigos tuvieron que separarse para hacer lo que tenían que hacer. La joven Eren (que era su verdadero nombre) fue a mostrar su baile y música en la plaza, los hombres eran su público fiel y las mujeres la consideraban su enemiga puesto a tan agraciada belleza que poseía la gitana, lo que la hacía una piedra preciosa eran sus ojos verdes que cualquiera que tuviera contacto con ellos caía a sus pies. Era una diosa para su público. 

Cuando se hizo de noche, Eren recogió el dinero que obtuvo y fue a la ciudad subterranéa, donde vive su gente, se encontró en el camino con su amiga, casi hermana Mikasa. Ella era diferente a los demás gitanos, sus facciones y rasgos orientales la destacaban de los demás pero en vez de bailar junto con Eren, ella se dispone a hurtar para vivir portando una vestimenta que la rechaza como mujer; dejó a su familia cuando era niña y encontró con los egipcios un lugar donde quedarse con gente de su agrado, donde se quedó junto a Eren.

IRREGULARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora