AU Vampire

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La imagen de la virgen siempre había sido la favorita de Eren desde que era pequeño, porque María reflejaba en sus ojos un amor incondicional como el de cualquier madre que ama a su hijo. El castaño recorrió la iglesia, vio como el sacerdote salía de la cabina de confesión.

- ¿Usted cree que los vampiros son malos?- cuestionó el moreno con una curiosidad infantil.

- ¿Cómo puede preguntar eso?- replicó el padre sentándose en una banca- Es muy clara la respuesta, ellos son criaturas malignas que decidieron seguir al demonio.

¿Con qué es así? se preguntaba Eren mirando la imagen de Jesús en la cruz. Él en esos momentos entró en una duda, ¿Qué era ser bueno y malo? Salió del lugar viendo como el sol se despedía de él, y como la luna se acercaba, el castaño se colocó la capucha porque una vez que obscurecía las calles de Maryland eran peligrosas. Tomó un camino seguro que lo llevaría casa en poco tiempo pero antes de que pudiera tomarlo un carruaje se detuvó a un lado suyo, él sabía lo que eso se significaba.

Una vez dentro del vehículo solo espero a llegar a la mansión en silencio, el lugar era obscuro como siempre, apenas había unas velas encendidas así que el castaño se decidió a encender las que tenía a su alcance tomando unos cerillos que estaban en una mesita en la sala principal. El lugar dio un cambio drástico cuando había buena iluminación, los colores tenues en las paredes le daban un toque de calidez al lugar aunque la persona que residía el lugar fuera totalmente contraría a aquel adjetivo.

  - ¿Quién te ha permitido encender las velas?- cuestionó el dueño llegando a la habitación, tenía sus ropas finas y aquel aire elegante que denotaba en el pelinegro- Te he hecho una pregunta.

- Nadie me ha dado permiso, señor Rivaille- contestó Eren temeroso.

Rivaille chasqueó los dedos haciendo que todas las velas de la sala se apagaran simultáneamente, solo dejando que la chimenea fuera la única iluminaria para el lugar. El castaño se quedó quieto, su rostro demostraba calma que era todo lo contrario a lo que sentía internamente. 

- ¿Has hecho lo que te pedí?-preguntó el hombre dirigiéndose a su sillón de terciopelo.

Eren asintió.

- Eres buen muchacho, mereces tu recompensa,- mencionó Rivaille mirándolo fijamente- acércate, siéntate a mi lado.

El castaño obedeció y se sentó tomando una distancia apropiada del hombre.

- Oi, ¿Cuánto quieres que te de?

- Lo que usted guste, señor Rivaille- respondió Eren mirando el bordado del tapete que estaba debajo del sillón. No podía verlo a los ojos porque sí lo hacía entraba en un estado de confusión y deseo así que siempre procuraba mantener su vista lejos de aquellos abismos. Sintió como algo cayó en sus piernas, pudo ver que se trataba del dinero que recibía por el trabajo que hizo, se levantó del lugar.- Gracias.

Estaba a punto de retirarse cuando sintió que el pelinegro lo tomó del brazo y lo atrajo a sí, cayó en las piernas del hombre, Rivaille con su manos frías rozó la mejilla del castaño.

- Yo no te he dicho que puedes marcharte- susurró el hombre pálido al oído de Eren.

El castaño se estremeció, sintió como la mano de Rivaille paseaba por su torso y en momento inesperado sacó los colmillos y mordió el cuello de Eren en acto de una necesidad intensa de sangre de aquel joven, era exquisita y adictiva pero no podía darse el gusto porque aun necesitaba al castaño para algunas cosas. Eren sentía una clase de dolor y un calor cuando el pelinegro tomaba su sangre.

- Marcháte- ordenó el hombre empujando al castaño de sus piernas, le ofreció un pañuelo antes de marcharse de la habitación- No quiero manchas, ¿Entiendes?

IRREGULARWhere stories live. Discover now