CAP 4. El costo de la libertad

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POV NARRADOR

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POV NARRADOR

El aire vagaba por aquel lugar, la noche se había apoderado del castillo, y aquel heredero errante se había olvidado que debía ir a ver al rey.

En su mente, solo estaba aquella chica que acariciaba su cabello mientras el reposaba sobre sus muslos viendo al mar.

Axe le contó todo lo que pasó, lamentaba la pérdida de su hermana y su padre, pero al mismo tiempo, en sus brazos, simplemente había encontrado la paz.

-¿Qué haremos ahora?- preguntó Adele mirando las luces lejanas en donde el enemigo se instalaba latente -¿recuperarás tu reino?-

-No queda nada que recuperar...- murmuró el chico

-Quédate aquí entonces- le pidió la chica –sé que el Rey te permitirá quedarte...-

-Lo sé- murmuró el chico levantándose

-Seremos al fin felices...- murmuró la chica sin poder contener su sonrisa –estaremos juntos al fin...-

Axe miró a su alrededor, notó que, para incluso llegar al mar, debían sortear una muralla de guardias que atentos vivían a la espera de un ataque. Sonrió de lado y acomodó un mechón de la ilusionada chica

-Si... pero no seríamos libres... nadie aquí lo sería...-

-Cientos han tratado de detener a hueso de cuervo... y solo han muerto- le reclamó la chica

-Entonces moriré si es necesario... pero lo haré luchando, como mi padre lo hizo-

Adele negó, le dolía pensar que al fin lo tenía junto a ella, al fin podía sentir sus caricias y besarlo, y que lo perdería de todos modos.

-Te daré la libertad que mereces...- la trató de tranquilizar

-Mi libertad no vale nada sin ti- refutó, Axe sonrió de lado y se recostó sobre el pasto llevándose con él a la pelirroja.

-La vida de un ave no vale la pena si no puede volar...- le murmuró abrazándola más fuerte, casi arrullándola en sus brazos. Mientras aquella hermosa pelirroja se rendía a los brazos de su captor, el no dejaba de mirar las luces del enemigo al otro lado del mar.

Un pobre muchacho, sin más experiencia en la guerra que los entrenamientos que su padre le daba casi como pasatiempo, sin arma más que su arco y sin aliados más que el viejo amigo de su padre ¿Quién era el para detener al hombre más poderoso del lugar?, comenzó a cuestionarse si valía la pena luchar.

Miró a su pelirroja dormida en sus brazos, no tenía nada para confrontarlo, todo lo que tenía era una razón... llevarla a ella a casa, justo en la punta del muelle de Stamford Brige.

Cuando la mañana llegó, una dulce brisa hizo una hermosa armonía con el sonido del mar quebrándose en la muralla hicieron despertar a la pelirroja, lentamente abrió los ojos y se encontró dormida, protegida por la capa de su compañero... y sola.

-¿Señor?- preguntó Callum cuando notó a Axe mirar hacia la ya lejana muralla -¿rumbo?-

-Necesitamos aliados...- murmuró el chico

-Tenemos al rey de Stamford Brige- le recordó el hombre señalando el regreso, pero Axe negó caminando hacia adelante

-Mi padre hablaba de aldeas del norte, aldeas de guerreros, casi a cien millas marítimas de aquí... hombres superiores en el arte de la guerra, más allá de lo que conocemos-

-¿Vikingos?-

-Vikingos...- sonrió de lado Axe

-Señor, Hueso de Cuervo se dice que antes de llegar aquí perteneció a esos lugares... dudo que sea buena idea-

-Si está aquí y no allá... quiere decir que está huyendo de algo en esos mares, si lo descubrimos, sabremos como derrotarlo-

-Es una de las peores y más arriesgadas ideas que he escuchado...- le negó Callum antes de sonreírle de lado y sujetar su hombro –y estoy con usted- Axe sonrió de lado y le agradeció –si llegamos a los puertos de York, lograremos encontrar a gente que esté dispuesto a embarcar con nosotros-

Axe asintió y comenzaron a tomar rumbo hacia los lejanos muelles.

Como aquel puerto abandonado, escondido y repleto de retirados marineros y ebrios repudiados, llegar ahí en teoría era sencillo, pero el recorrido era largo así que tres noches les tomó llegar ahí.

Cuando llegaron, ambos miraban con extrañeza el ambiente, parecía que la guerra no había llegado a ellos, botellas de licor de un lado a otro recorrían cada una de las decrepitas casas, los mares incluso parecían fluir en otro ritmo, mucho más animado que el resto.

-¿El truco es buscar a los menos ebrios para embarcarse en una aventura al norte?- se quejó Axe riendo

-El truco es tener el oro suficiente para tener al menos un barco... los marineros llegarán después- se burló Callum mostrándole una bolsa de oro, Axe entrecerró los ojos -¿Qué?... Para nada robé esto de su padre- Axe negó y le permitió hacer lo que Callum hacia mejor... resolver sus problemas.

Callum no mentía, si bien la embarcación no era lo más grande y poderosa, era bastante digna, y suficientemente preparada para surcar los mares del norte, y tampoco se equivocaba, junto al barco, llegaron los marineros siempre interesados en una nueva aventura.

Mientras Callum hacia las respectivas entrevistas, Axe miró hacia un pequeño rincón del muelle.

Comenzó a caminar hacia aquello que llamó su atención, cuando llegó a él, llevó su mano lentamente hacia su cabeza y comenzó a acariciarlo.

Un caballo, marrón en su totalidad, se dejaba plácidamente ser acariciado por el chico, casi como si llevara años conociéndolo.

-Lo encontramos hace unas horas vagando por aquí...- lo interrumpió un brusco hombre –solo nos ha causado problemas con las manzanas-

-¿Quién es su dueño?- preguntó encantado el chico

-Quien pague mejor por él- Axe sonrió de lado

***

-Listos para zarpar ¿señor?...-

Axe bajó del caballo con el que había llegado y le dio la rienda a uno de los marineros para que lo subieran.

Callum asintió aceptado la idea -finalmente, viajaremos a un lugar desconocido, con un grupo de desconocidos... dirigiéndonos a quien sabe dónde, esperando quien sabe que- se burló Callum subiendo al barco -Y con un caballo-

-Y con un caballo- se burló Axe

-SUELTEN AMARRAS-

-Hora de partir- 

Cien MillasWhere stories live. Discover now