𝐬𝐨 𝐦𝐮𝐜𝐡 𝐟𝐨𝐫 𝐬𝐮𝐦𝐦𝐞𝐫 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐚𝐧𝐝 𝐬𝐚𝐲𝐢𝐧𝐠 "𝐮𝐬", '𝐜𝐚𝐮𝐬𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐰𝐞𝐫𝐞𝐧'𝐭 𝐦𝐢𝐧𝐞 𝐭𝐨 𝐥𝐨𝐬𝐞

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—Liv, no tienes que contarme, no es necesario —soltó el de pecas en un susurro con un tono horrorizado mientras dejaba pequeños círculos en la mano de la castaña, como era de costumbre.

—Lo perdoné, porque él se disculpó, y me dijo que nunca volvería a pasar, y yo estaba muy enamorada como para no creerle. Pero pasó más de cinco veces, sin contar las veces que... —Olivia miró a Finn, esperando que este hiciera algún gesto para darle a entender que sabía a lo que se refería, pero nada llegó—, ya sabes, no me dejaba salir, denigraba algunas partes de mi cuerpo, me decía que prefería a otras chicas. Un día simplemente no lo pude tolerar más, y le conté a Landry. —los ojos de la castaña a este punto eran dos cataratas, una presión se esparcía por su pecho y un dolor comenzaba ser revivido, casi podía sentir la pesada mano del chico en su mejilla, o su corazón arrugándose ante el maltrato psicológico—. Landry me ayudó a contarle a mis padres, y mis padres pusieron una orden de restricción. Y cuando pensé que todo estaba yendo mejor, veía a mi terapeuta tres veces por semana, tomaba algunas pastillas, pasó todo lo de mi grupo activista —el azabache asintió, dándole a entender que no debía ingresar en ese mal momento y podía seguir adelante —. Y luego mis padres se comenzaron a divorciar, y luego me enviaron acá. Y luego te conocí a ti.

Rodrigo sintió como un peso se iba de sus hombros, compartir esa experiencia se sentía mucho más liberador de lo que esperaba, Finn era la primera persona que sabía fuera de su reducido círculo de amistades, pero si Olivia era sincera, Wolfhard había sido muchas de sus primeras veces. Se quedaron abrazados un rato, mientras que los sollozos de la castaña comenzaban a cesar, y el chico depositaba pequeños besos en su frente, los gritos desde el otro de la puerta habían cesado, y por fin eran sólo ellos. El azabache acunó la cara de la muchacha con ambas manos, y comenzó a dejar pequeños besos en los destellos que recorrían las mejillas de Olivia, y como si de la última botella de agua en el desierto, los labios de Rodrigo se encontraron con los de Finn.

Compartieron un beso dulce y corto como se les había hecho hábito los últimos días, y dejaron sus frentes reposar juntas mientras que el ambiente se ponía un poco más pesado. La chica no quería que ese momento terminara nunca, estar con su amante era como sanar, era como si el chico dibujara estrellas alrededor de sus cicatrices, era simplemente mágico. Quería pasar cada momento del día junto a él, quería que Finn la quisiera de la misma forma que ella lo quería a él, quería que la amara.

—Liv —susurró el chico un poco asustado, y la de ojos cafés hizo un ruido en respuesta, tenía sus ojos cerrados mientras esperaba que el chico hablara—, ¿de verdad me amas?

La susodicha se tensó, se alejó rápidamente de él abriendo los ojos de la forma más grande que se le permitía hacerlo, no esperaba esa pregunta; —Sí. —contestó sin miedo, y en el rostro del chico se formó una mueca aterrorizada—. ¿De verdad son las peores dos palabras que has oído? —consultó ella en un tono irónico mientras se comenzaba a parar un poco mareada. El de pecas corrió a su rescate y ella lo espantó con una palmada en la mano.

—Oli... —suplicó él, necesitaba que lo dejara ayudarla, se lo debía.

—Está bien, si no me puedes amar, Finn. Pero no actúes como si no sintieras nada por mí, porque ambos sabemos que es mentira.

—Liv...

—¡Para de nombrarme! —Olivia gritó exaltada mientras se recargaba contra la pared y miraba la expresión culposa del pelinegro—. Necesito... Necesito que me des respuestas concretas, necesito que me digas que me vas a elegir a mí y a no ella, necesito que me des un poco de seguridad por primera vez en esta mierda de verano, Finn. Necesito... —dijo, y luego se retractó mientras sus ojos se volvían cada vez más oscuros—. No, Finn. No necesito, te exijo que elijas. Te exijo que me elijas, porque nunca me había enamorado tanto como me enamoré de ti, y necesito que, por primera vez en mis diecisiete años de vida, alguien me ame tanto como yo a esa persona. —las lágrimas comenzaban a amenazar con salir de los ojos de la castaña, estaba harta de esta situación. Sabía que ella se había expuesto, sabía que ella lo había empezado, pero ahora necesitaba terminarlo. Wolfhard se acercó a ella e intentó abrazarla, acto al que ella se opuso al principio, y de verdad luchó por evitarlo, pero al final terminó cediendo.

illicit affairs ;; fillieWhere stories live. Discover now