Prólogo

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Hoy, es el gran día.

Mentí sobre venir al tocador del restaurante y lo observo desde la distancia.

Hoy, por fin de 5 años juntos, mi novio Subaru me propondrá matrimonio. ¿Cómo lo sé? No deja de sentirse inquieto desde que nos vimos, y en la mesa puedo notar como el sudor de su frente se resbala. Está tan nervioso por decírmelo. En nuestros últimos encuentros no deja de ser así y hoy es más notorio.

¿Lo hará ahora? ¿O hasta el final de la cena?

Yo, Sakura Kinomoto con 27 años por fin le daré el "sí" a mi novio de la universidad.

Camino de regreso a nuestra mesa, he ensayado este momento desde hace tiempo.

Tomoyo ha de estar oculta por ahí con su cámara a punto de grabar lo que sucederá.

-Regresé.- tomo mi asiento.- ¿Ya has pedido algo?

-Sakura...- Sus pequeños ojos me ven con nerviosismo.-Yo...

-¡Sí! ¡Acepto!- Exclamo feliz, no tengo que pensarlo mucho. Pero no me escucho.

-Terminemos, por favor.- Subaru hace una reverencia con su cabeza, hasta topar con la mesa.

Estoy sonriendo, pero no entiendo nada de lo que pasa.

-¿Q-Qué?- Mantengo la sonrisa y por supuesto la calma.

-Lo siento, hace tiempo quería decírtelo.

Trago saliva.

Tranquila. Tranquila. Tranquila.

Es una broma, le seguiré el juego.

-Sí, tienes razón. Yo también lo había sentido, o sea era muy notorio ¿no crees?

Tomoyo, donde quiera que estés, sal ya.

-¿De verdad?-Suspira aliviado.- Qué bueno que piensas igual, estaba muy nervioso por cómo decírtelo. Quiero decir, eres una excelente chica pero no creo que puedas ser una esposa.

Creo que no es una broma

Abro mis ojos de sorpresa y puedo sentir como mi sonrisa se hace cada vez más y más grande.

-¿De verdad?- Río poquito.- ¿Por qué crees?- Maldigo mi curiosidad.

-¿Te lo puedo decir? ¿No te enojas?

-Claro, claro.- Acomodo mi cabello.- Somos adultos ¿no? Todo tranquilo.

-Bueno la verdad es que te obsesionas mucho con tu trabajo. Desde que eres maestra te esfuerzas mucho en él, ganas más que yo y no puedo con tanta presión.

Parpadeo atónita.

-Una esposa debe ser ama de casa, definitivamente.- Sentencia feliz, totalmente orgulloso de la sarta de tonterías que acaba de decir.- Pero tú no tienes esas metas ¿verdad?

Hijo de...

-Tienes razón.- Me levanto abrupta de la mesa.- Porque no sabía que las mujeres no podemos amar nuestro trabajo y tener derecho al amor.- Subaru me observa atónito y los demás comensales dirigen sus miradas a nuestra mesa.- Púdrete, idiota.

Apurada todo mi bolso y quiero salir lo más pronto posible del restaurante. Doy unos pequeños pasos y me detengo para volver a verlo.

-Ah, y yo fui la que termino. Adiós.

Ahora sí salgo del restaurante. El sonido de mis tacones desvanece el de los automóviles y de las personas que pasan. Camino y camino más lejos. No puedo creer lo que acaba de pasar.

Suerte en el amorKde žijí příběhy. Začni objevovat