Capítulo 3 - Dylan es absorbido

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Rodeé al dragón dorado para observarlo mejor. Alcé las cejas cuando descubrí que en la parte derecha de la cola tenía tatuado Suchard en rojo. 

-¿Por qué tiene...?

-¿El tatuaje? Es el Dragón de los Turrones.-me explicó Don Peleón.

-Ah.-fue lo único que se me ocurrió responder.

-Bueno, ¿vais a entrar ya o esperamos al año que viene?-se impacientó Fernanda.

Le miré asqueada y me dirigí a la puerta, con Don Peleón pisándome los talones. La abrí y me encontré con un desierto de color anaranjado. Claro que sí, esto tiene mucho sentido. Un desierto dentro de una montaña con una puerta guardada por el Dragón de los Turrones. Mi vida es un auténtico cuento.

-¿Ves algo a lo que pueda aporrear?-susurró Don Peleón, haciendo que pegara un bote.

-Joder qué susto, coño. No, por ahora no. Pero tú no te preocupes que en cuanto vea algo te aviso, ¿sí?

Don Peleón asintió complacido. Por detrás suya, Fernanda y Dylan venían discutiendo en voz baja. Aparté enseguida la mirada, porque ver a una frambuesa poner ojitos daba mucha grima. 

Seguimos caminando un rato hasta llegar a una explanada llena de rocas triangulares de color rojizo. Se escuchó un chasquido y alguien me arrastró detrás de una roca. Miré de reojo y vi a Dylan, que me hacía un gesto de silencio con el dedo delante de la boca. Por un momento, no oía nada más que el latido de su corazón bastante cerca de mi oreja derecha, porque estaba pegada a su pecho.

De repente, se oyó otro chasquido. Me asomé con cuidado y para mi asombro vi una criatura parecida a un koala en la roca de enfrente que estaba masticando algo. No supe el qué hasta que mordió un trozo de roca y lo arrancó con un chasquido. Me quedé alucinada.

¿Y qué hice? Me puse a chupar la roca.

-¡Me cago en la puta! ¡Ay joder, cómo quema!-exclamé al segundo de haberla lamido.

-¿Qué pasa? ¿Te ha picado un escorpión en la lengua?-la voz de Fernanda sonaba esperanzada.

-No. Son Doritos rojos, los que pican.-expliqué.-¡JODER, ME ARDE LA BOCA!-grité después.

-¡No grites!-se alarmó Fernanda.

-Tú tampoco.-gruñí.

-Vaya vaya vaya, ¿qué tenemos aquí?

Me giré en redondo al escuchar esa voz tan grave. Y no vi nada, más que un bonito caracol de dos cabezas en lo alto de una roca/Dorito. Tenía la concha azul y el cuerpo amarillo, una interesante combinación.

-¿Quién ha hablado?-preguntó Don Peleón blandiendo mi cucharón.

-No lo sé.-dije.-Yo sólo veo un caracol de dos cabezas.

Fernanda me miró como si fuera imbécil.

-El caracol es el que ha hablado.-me espetó.

Miré al caracol con el ceño fruncido y me acerqué. Le toqué la concha con un dedo y descubrí un dato interesante.

-¡Eh, mirad, tiene la concha de goma! ¡Qué...AY! ¡Este también muerde!-exclamé retirando el dedo lo más rápido posible.

-¿De dónde la habéis sacado?-preguntó el caracol divertido.

-Es una larga historia.-suspiró Fernanda escondida detrás de Dylan.

Espera. ¿Por qué estaba escondida? Me quedé unos segundos pensando hasta que abrí la boca.

-¿Eso-dije señalando al caracol.-es Aníbal?

Fernanda asintió con miedo. Don Peleón le miró como si esto se tratase de una broma. 

-¿Y este caracol con concha de goma y dos cabezas va a conquistar el mundo?

-La Tierra Encanta...

-Sí, sí, lo que sea.-interrumpí a Fernanda.-¿De verdad me necesitabais para derrotar a un caracolillo de nada?

-¡Eh!-protestó Aníbal.-¡Que soy un caracol muy fuerte! Además, soy rey.

-Y mides tres centímetros de alto y cuatro de largo.-añadí.

-¡No hay que juzgar a nadie por su altura! ¡Soy invencible! ¡No me puede vencer nada más que ese río de allí!-señaló con un brazo que le salió de una de las cabezas hacia la izquierda, donde un río azul claro surcaba el desierto de Doritos.

No quedaba muy lejos, la verdad. Pero no iba a coger al caracol con la mano y llevarlo, no. Que me mordía. 

-Dame el cucharón.-pedí a Don Peleón.

Él me lo tendió sin protestar y me coloqué en posición.

-JÁ. Eso no puede vencerme.-dijo Aníbal orgulloso.

Piernas flexionadas.

-¡Nunca me derrotaréis!

Espalda recta.

-¡Voy a dominar Tierra Encantada!

Cucharón hacia atrás...

-¡Y de ahí el mundo entero!

...cucharón impactó en caracol egocéntrico y lo mandó volando por los aires.

Home Run.

Aníbal hizo chof al caer al agua. Me acerqué para verificar que no salía, y de pronto sentí un empujón que me desequilibró y casi me hace caer al río, pero los fuertes brazos de Dylan me sujetaron por detrás. Me giré y quedamos cara a cara.

 -¿De verdad no podías con un caracol?

Dylan sonrió.

-En realidad sólo quería que vinieras tú.

Parpadeé.

-¿Por qué?

-Para poder hacer esto.

Se inclinó para besarme y...

...fue absorbido por una fuerza inhumana dejándome con las ganas ((N/A: Anda mira, me ha salido un pareado y no lo tenía planeado)) 

¡¡OH OH OH, COME FILL MY GLASS UP A LITTLE MORE, WE'RE 'BOUT TO GET UP AND BURN THIS FLOOR, YOU KNOW WE'RE GETTING HOTTER AND HOTTER, SEXY AND HOTTER LET'S SHUT IT DOWN!!

¡¡¡POUND THE ALARM!!!

-¡COÑO!-grité mientras me incorporaba de la cama.

¿La cama? ¿Y el desierto de los doritos? ¿Fernanda? ¿El plátano violento? ¿¡DYLAN!?

Entonces vi la pantalla de mi móvil iluminada, con la alarma sonando a todo volumen y de fondo de pantalla a Dylan O'brien. Lo comprendí todo. Bueno, mentira, todo menos lo de Don Peleón y Fernanda. 

Bajé a desayunar enfurruñada porque no había besado al hombre de mis sueños, y me encontré a mi madre trajinando en la cocina.

-Buenos días.-bostecé.-¿Qué haces?

-Tarta de frambuesas.-respondió ella concentrada.

Tenemos algo pendiente, Elaia. Hasta pronto.

Me giré como un rayo hacia donde había aparecido Dylan en mi sueño, pero no había nada. Entonces escuché su risa y sonreí, sabiendo que siempre podría disfrutar de mis sueños.

Aunque antes tenía que aporrear esa alarma como hizo Don Peleón con el Dragón de los Turrones, y dejarla fuera de combate.

F I N 

Pound The Alarm (Historia Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora